Muerte y elección de un Papa

La muerte y la inmediata elección de un Papa es un acontecimiento de atención planetaria. Posiblemente, entiendo, aunque me puedo equivocar: por la influencia de esa religión y su iglesia sobre la moralidad y la cultura de nuestra época y mundo. Incluso, digo también: porque el Papa es una persona que por su experiencia y por lo que representa, tiene autóritas, prestigio personal. En última instancia, y siguiendo a Max Weber: porque imagino que un Papa tiene carisma y genera una cierta devoción. No obstante, la muerte y la elección de un Papa, lo que sí suele ser es un espectáculo y una lucha de poder con ribetes de farsa.

Espíritu Santo

Digo que es un espectáculo y, además, no hace falta esforzarse en explicarlo: porque en el marco de majestuosidad de la plaza y de la basílica del Vaticano, se mezcla la belleza de la arquitectura y el arte, con los ritos y liturgias de los actos funerarios, con la presencia de fieles, curiosos, religiosos y jefes de Estado, con los llamativos attrezzo púrpura de los cardenales… Y todo eso, enviado y explicado al mundo a través de los medios de comunicación. Pero si al tiempo he comentado que es una batalla por el poder, es porque aunque en esos momentos se habla del Espíritu Santo y de cómo influye en los cardenales para que elijan al mejor Papa, la verdad y la realidad de la práctica de los cardenales desmiente la presencia del Espíritu Santo. Según se sabe, es una dura confrontación de valores, modelos de iglesia, intereses (también personales), posiciones políticas, amenazas… por mantener o conquistar el poder. Tal vez, porque la religión, la iglesia y los cardenales son cosas de este mundo que albergan contradicciones, ambiciones y una visión plural de la vida, la religión y la Iglesia.

Analista político