Opinión | Tres en línea

Alicante, la última trinchera

El president Carlos Mazón y el presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Carlos Baño

El president Carlos Mazón y el presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Carlos Baño / L-EMV

El presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Carlos Baño, es un personaje atrabiliario cuyos incidentes con cargos públicos, empresarios, políticos de cualquier condición, periodistas y empleados, se cuentan por decenas.

Baño, que gestiona una franquicia de utensilios de cocina, razón por la cual gusta de llamarse a sí mismo como “el cacharrero”, llegó a la presidencia de la Cámara tras una “campaña” en la que profirió todo tipo de descalificaciones contra su oponente y en la que se comprometió a tres cosas: buen gobierno, transparencia y control del gasto, algo que según él había faltado en la gestión de sus antecesores hasta convertir la entidad en una suerte de cueva de Alí Babá.

Pero el mismo día en que tomó posesión, dio el cambiazo al resto de miembros del comité ejecutivo nombrando vicepresidente, no al que se había pactado, sino a su primo hermano, por aquello de que ambos se llaman igual. Luego, contrató a su mujer, la exconsellera Gemma Amor. Y después anunció la construcción de una nueva sede para la Cámara de Alicante, en primera línea de mar, pese a que se había pasado meses asegurando que eso era un despilfarro. ¿No quieres caldo? Dos tazas.

El mismo día en que tomó posesión, dio el cambiazo al resto de miembros del comité ejecutivo nombrando vicepresidente, no al que se había pactado, sino a su primo hermano, por aquello de que ambos se llaman igual. Luego, contrató a su mujer, la exconsellera Gemma Amor.

Esa nueva sede ocupa un espacio concesión de una empresa a la que hay que pagarle un alquiler. Y pese a eso, Baño se metió en una reforma en la que está previsto invertir tres millones de euros. Para que acaben de llevarse las manos a la cabeza quienes no lo sepan, la anterior sede de la Cámara costó en 2009 más de 22 millones de euros, que en su mayor parte sufragó el erario público mediante transferencias y permutas a beneficio de inventario. Sólo cuatro años después se alquiló al Ayuntamiento de Alicante, que viene pagando desde entonces, también con dinero público, más de 600.000 euros al año por ocupar ese edificio. Ahora, Baño quiere otra sede. Y mientras la termina, la Cámara es conocida por el nivel de las conferencias que mensualmente organiza. ¿Los últimos ponentes? La diseñadora Agatha Ruíz de la Prada, el exejecutivo antisistema Marcos de Quinto y el banquero condenado por estafa Mario Conde. Todo ello perpetrado por una entidad de derecho público tutelada por la Generalitat.

Baño se hizo con la presidencia de la Cámara con un resultado a la búlgara. Pero si logró unos números apabullantes fue porque la CEV que preside Salvador Navarro le dio un apoyo ciego. Y sobre todo porque el hoy president Carlos Mazón ordenó a los alcaldes del PP que presionaran a los empresarios de cada zona para que le votaran. Salvador Navarro y los suyos tardaron en arrepentirse del error que habían cometido un suspiro. El mismo que tardó Mazón en utilizar a Baño para embestir, primero al Botànic, y luego a la propia CEV.

La estrechísima relación entre Mazón y Baño no ha sido nunca ningún secreto. Mazón, como todo el mundo sabe, está en excedencia como directivo de la Cámara, adonde teóricamente tendría que volver si su carrera política se viera truncada. Y Baño ha proclamado en público que para él Mazón es “su hermano” y ha defendido en su condición de presidente de la Cámara todas las actuaciones del jefe del Consell, incluyendo el recorte de inversiones en Alicante, del que no ha dicho esta boca es mía, o su gestión del día de la DANA.

La estrechísima relación entre Mazón y Baño no ha sido nunca ningún secreto. Mazón, como todo el mundo sabe, está en excedencia como directivo de la Cámara, adonde teóricamente tendría que volver si su carrera política se viera truncada

Ocurre que en este circo últimamente no hay enano que no crezca. La Fiscalía Anticorrupción ha abierto una investigación sobre el manejo de los millones destinados a los bonos-comercio habilitados para animar el consumo tras el covid. Esos bonos fueron puestos en marcha por Mazón desde la Diputación y los debían repartir los ayuntamientos. Pero Baño creó una empresa, como presidente que también era de la Federación de Comercio, que acabó adjudicándose sin concurso la mayoría de esos programas de ayudas directas que se articulaban a través de los municipios.

Para rematar, INFORMACIÓN desveló que las obras en el Puerto para esa nueva sede de la entidad, que están prácticamente terminadas, se han hecho sin licencia. Lo que afecta, no ya a la Cámara, sino a tres administraciones: la de Puertos del Estado, que debía haber controlado esos trabajos y es evidente que no lo hizo; el Ayuntamiento, que ha reaccionado con rigor aunque a remolque; y la Generalitat que preside Mazón, que incluyó en los presupuestos del año pasado una partida de 1,5 millones de euros para “contribuir” a ese dispendio de Baño. Esa partida no se ejecutó. Pero aun con las dificultades que presentan las nuevas cuentas de la Generalitat por la DANA, la cantidad se ha mantenido para este ejercicio.

Esos 1,5 millones siguen ahí, pero estén los contribuyentes tranquilos que es difícil que alguna vez lleguen a desembolsarse. El presidente de la Autoridad Portuaria, Luis Rodríguez, amigo también de Mazón y cuya inhibición en este tema ha sido palmaria (lo que nos obliga a preguntarnos si hay más empresas en el Puerto que hayan hecho de su capa un sayo a la hora de ocupar o ampliar espacios), no va a poder seguir poniéndose de perfil porque ya ha intervenido la Abogacía del Estado, que son palabras mayores. Baño, además, es vicepresidente del Puerto, con lo que el peligro que se cierne sobre Rodríguez aún es mayor, como él seguro que sabe. Y la irregularidad cometida en esas obras, donde en definitiva hay una planta de más, no es legalizable, a juicio de todos los expertos consultados. Lo cual quiere decir que o se derriba, o se inhabilita o acaba empantanada en los juzgados.

Todo esto no sería más que un enredo local (otro más), si no fuera por esa estrecha conexión entre Mazón y Baño, que otorga a todo lo que está ocurriendo con este último una mayor dimensión. El plan de Mazón a medio plazo era colocar a Baño en la presidencia del Consejo de Cámaras autonómico, por muchas genuflexiones que José Vicente Morata hiciera y a pesar de que ni siquiera las otras cámaras alicantinas (ni la de Orihuela ni la de Alcoy) querían ese escenario. Ese plan, lógicamente, queda tocado. Pero Mazón no ha dejado en ningún momento de jalear a Baño en su intento de resucitar una suerte de alicantinismo mal traído y de uso espurio. Se trata de hacer de Alicante la última trinchera frente a Valencia, no tanto porque haya un agravio nuevo que reivindicar sino porque es lo que al president de la Generalitat, en su lucha por la supervivencia, le interesa ahora alentar. Alicante, no se olvide, es la cuarta provincia de España en población, la quinta en PIB, representa el 37% del censo electoral de la Comunitat Valenciana, es la quinta también en número de escaños al Congreso y es la circunscripción donde el diferencial entre el PP y el PSOE es más favorable a los populares. Así que, para un Mazón en horas tan bajas en Valencia, encastillarse en un territorio como Alicante, con tantas armas para ejercer presión si saben utilizarse, es una tentación casi irresistible. Sobre todo para presentarse dentro y fuera del PP como el único bombero capaz de garantizar la estabilidad en la Comunitat Valenciana tras haber avivado las brasas. Pero para crear el clima de tensión necesario al líder del PP ni le sirve el alcalde de la capital, ni el de Elche, ni el de Orihuela, ni el de Torrevieja, que nadan pero guardan la ropa. Ni mucho menos el presidente de la Diputación y del partido, alcalde también de Benidorm, en paradero desconocido. Para eso su hombre es Baño. Así que no lo pierdan de vista, que nos dará más días de gloria. Se lo digo yo, que lo conozco.

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