Opinión | Miel, limón & vinagre
Ramón Pérez
José Ignacio Munilla, con el mazo dando
El obispo del 'trending topic', fue algo así como el Lamine Yamal de los religiosos al convertirse en su momento en el prelado más joven en ser consagrado

José Ignacio Munilla. / EPE
A caballo entre la vanguardia y la ranciedad. Lo mismo cuelga su homilía en Spotify que defiende que la Iglesia ayude a los homosexuales a vivir en castidad. José Ignacio Munilla Aguirre (San Sebastián, 1961), el obispo del trending topic, fue algo así como el Lamine Yamal de los religiosos al convertirse en su momento en el prelado más joven en ser consagrado. En 2006, con 44 años, era el responsable de la diócesis de Palencia; hoy, a sus 63, es el megáfono del cristianismo más conservador, un azote que no hace prisioneros y que se sabe polémico. "¿Practicas algún deporte de riesgo? Sí, doy mi opinión", comentó, parafraseando a Mafalda, en una ocasión en Twitter, donde es muy activo.
Munilla, obispo de Alicante desde 2021, es el verso libre de la Iglesia española, donde se ha granjeado no pocos enemigos por su mano de hierro y poca cintura: choca con todo y contra todos. Suele tener al mal presente y no teme pronunciar su nombre. "El demonio siempre tiene un plan de empeorar las cosas", dijo recientemente en un canal de YouTube. En su cruzada cabe casi todo dios: el aborto, el feminismo, los medios de comunicación, la masturbación, la protección animal, la homosexualidad…
Sus sermones son ásperos, se le coge un humor como de Joe Pesci, y su comodidad en la polémica, que aviva en un programa de Radio María y en sus redes sociales, le ha hecho viral. Seguramente sea el obispo más popular del país y conocida es su batalla dialéctica con El Gran Wyoming, que ha llegado a decir que el prelado le considera una especie de enviado de Dios. "Pero no porque me venere, sino porque le gustaría verme crucificado", matiza el presentador.
En 2006, con 44 años, era el responsable de la diócesis de Palencia; hoy, a sus 63, es el megáfono del cristianismo más conservador
Fue durante años una suerte de 'outsider' carca, criticó con vehemencia los pasos de una sociedad que ya no tenía complejos de amar a quien le diera la gana, ni reparos en reconocer que la lucha por la igualdad se llamaba feminismo. En ese término, Munilla se enrocó durante un tiempo, en 2018 aseguró que el demonio, quién si no, "había metido un gol en sus propias filas en la causa feminista". Además, tuvo tiempo para escribir unas líneas rancias sobre las mujeres: "Pueden estar más sensibles o susceptibles, a algunas les da por la actividad o por la limpieza, se sienten más o menos vitales". También rescató del olvido a Karl Marx, al que suelen nombrar más sus detractores que quienes verdaderamente lo anhelan. "La ideología de género es una metástasis del marxismo", describió.
Así, entre charco y charco, discurrió su etapa como obispo de San Sebastián, un periplo en el que dejó perlas como que la ley del aborto era "legitimar la ley de la selva". También comparó la ley de protección animal con la Alemania nazi y aseguró que "el progresismo es un virus"; por todas esas salidas de tono le surgieron detractores incluso dentro de la Iglesia. "Creo que José Ignacio Munilla no es un pastor. Puede ser el líder de un movimiento, lo es, pero no un pastor", escribió Félix Azurmendi, párroco de Azkoitia y uno de sus vicarios generales en Euskadi. En su nombramiento, 85 de los 110 párrocos en activo firmaron un comunicado en el que lo consideraban como una persona "no idónea" para ser obispo de San Sebastián. Estuvo doce años.
Tampoco ha escapado de los titulares en Alicante, donde no ha dudado en plantarse en la puerta de una clínica para manifestarse contra el aborto. A veces es noticia incluso a su pesar, como cuando esta semana la grúa se llevó su coche, mal aparcado en la puerta del monasterio de la Santa Faz. Muchos pensaron que mientras el papa Francisco tendía puentes con diferentes colectivos, Munilla los echaba abajo. Hoy, con la quiniela del nuevo pontífice por hacer, Occidente amenaza con regresar a viejas costumbres y denunciar una cultura woke que el obispo ha tildado de "dictadura de cancelación". El prelado tuvo una relación compleja con Francisco, más abierto a la inclusión y el diálogo con el colectivo homosexual. Sin embargo, como buen español, lo ‘enterró’ muy bien. Eso sí, ha pedido que el próximo papa sea capaz "de unir sin diluir la verdad".
En el haber de Munilla figura su férrea convicción de combatir "vehementemente" los abusos sexuales contra menores en el seno de la Iglesia y su comunicación directa y fluida con los feligreses, incluso con los más jóvenes. Quizás no aparezca en las 'novedades viernes', pero poco le falta porque difunde con fuerza su mensaje en prácticamente todas las plataformas. Ya saben, a Dios rogando…
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