Opinión

El kit de supervivencia

La semana pasada disfrutamos de la 41ª Fira del Llibre de Castelló. No me cabe ninguna duda de que fue la mejor de la historia de esta ciudad. Tampoco de que el año que viene se superará porque la prepararán con más tiempo. Hemos de agradecer, tanto libreros, como editores y, sobre todo, lectores, al Ayuntamiento de nuestra ciudad su magnífica labor. Quiero felicitar a María España, concejala de Cultura, por su trabajo; gracias a su empeño se pudo gestar el acontecimiento capital para los amantes de los libros, que han resultado ser más de los que parecen. También, claro, a la empresa organizadora y a los compañeros libreros y editores.

Dicho esto, que creo es de justicia, y sin poner peros (que anulan todo lo dicho antes), me gustaría hablar del apagón. Y relaciono feria del libro con la ausencia de electricidad porque dicho acontecimiento me pilló en la caseta de La Pajarita Roja Editores. Hay muchos memes, bromas pero dicho en moderno, que nos hablan de que el libro físico es el mejor dispositivo de lectura: nunca se descarga, permite anotaciones rápidas, es poco dañino para la vista… Cuando se nos fue la luz sentimos que lo físico, en contraposición a lo digital, es más importante de lo que pensamos. También las radios que funcionan a pilas y los hornillos de gas. Necesitamos un kit de supervivencia.

Y a eso iba, al famoso kit de supervivencia. En mi casa hemos empezado a preparar uno. Al principio creíamos que iba a ser fácil decidir sus elementos. Luego hemos visto que es más complicado de lo que estimábamos. Hay cosas que son obvias: las ya citadas radios a pilas y un camping gas, así como mechero, vendas, antisépticos… Por supuesto, ya se pueden imaginar que no he olvidado El Quijote, en su versión del quinto centenario, que aunque tiene la letra pequeña, es compacto y ocupa poco espacio. Hasta ahí bien, pero no solo de la novela de novelas se puede alimentar el hombre, la mujer, el niño y la niña postapocalípticos. No, claro que no.

Empecé a proponer nombres de obras maestras y el kit empezaba a parecer todo un arsenal literario. Entonces propuso mi mujer que hiciésemos un búnker que desembocase en la biblioteca pública de Rafalafena. Como siempre, tenía razón. No podíamos meter cien libros, mil libros, y escoger entre ellos resultaba tan difícil como dejar atrás a un hijo si se tienen varios.

Al final, pensé que el tamaño aquí sí importa, y que cuanto mayor mejor, para poder tener el máximo de lectura. Hoy diría que pondría junto a la obra de Cervantes los dramas de Shakespeare, que entre otras versiones sueltas en casa tenemos agrupados en un tomo enorme, 'Guerra y paz' de Tolstoi y los cuentos reunidos de John Cheever, que también tiene un tamaño majo. Eso hoy, porque ayer eran otros, igual que mañana.

¡Oh, cielos! Olvidaba las obras completas de Kafka, que aunque están en libros separados, las tengo en un estuche que podría convalidar como un tomo. 

En fin, que no va a resultar sencillo prepararlo. ¿Ha pensado ya usted qué incluir en su kit de supervivencia? 

Aparte de 'El Quijote', claro. 

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