Francotirador

Cuando hablamos de la comunicación empresarial, lo primero es no perderse de las líneas que marquen la estrategia de la compañía. Para una organización, la comunicación puede servir para mejorar muchos aspectos: generar marca, mejorar la reputación, informar de los acontecimientos de la compañía, atender a las posibles crisis que surjan, mantener la plantilla cohesionada con la cultura de empresa y, por supuesto, y casi por encima de todo, vender. Al fin y al cabo, el objetivo es generar negocio y cuanto más rentable, mejor.

Evidentemente, hoy posicionar una empresa no es nada sencillo. La competencia es feroz y además de estar a la última en tecnología, hay que saber pivotar el eje de nuestra acción comunicativa. Esto es casi como abandonar las teorías de Galileo y volver al geocentrismo. No les hablo metafóricamente. Es el siglo del individuo, del ego. Del cliente, del comprador.

Hasta ahora, cuando comunicábamos sobre empresa, relatábamos con pelos y señales las bonanzas de nuestro producto o servicio y lo bien que lo hacíamos nosotros y no la competencia. Pues bien, si queremos triunfar, casi hemos de olvidar todo esto.

Ya veo su cara de susto e incredulidad, pero sí: sus potenciales clientes y consumidores no quieren saber lo buenas que son sus empresas, sino cómo les van a solucionar sus problemas. Porque cada cliente espera que se le trate como único y le den la solución exacta a sus problemas.

La comunicación ha dado un viraje radical y es más cercana, más directa, más activa y, por supuesto, más específica.

Cambio de chip

Así que, si quiere triunfar en su comunicación de márketing para mejorar sus ventas, cambie el chip. ¿La hoja de ruta? Primero, analice su propia empresa, conozca a sus clientes tipo a fondo para saber cómo llegar hasta ellos y qué les motiva. Segundo: identifique sus necesidades y cree productos o servicios adhoc. Tercero: haga usted de francotirador, elija el señuelo y dispare para llegarles al corazón.