Opinión | A QUEMARROPA

Castellón

Castellón de la Plana

Castellón sigue vivo. Atrás quedaron aquellos tiempos en los que, pasado el 40 de mayo, y tras quitarnos el Sayo, los vecinos de la capi nos trasladábamos en masa a Benicàssim y dejábamos la ciudad casi vacía.

Los viernes por la noche, las tabernas bullen. Las terrazas se llenan. Los vecinos sonríen, charlan, consumen y viven. La noche castellonense estival está activa. Que se lo pregunten a Cris y a Pilar, quienes regentan Lidón 20 Taberna de barrio, en la remodelada avenida que lleva el mismo nombre y donde se puede degustar una de las mejores tortillas de patata que he probado. Que se lo pregunten a Niko, quien regenta la cafetería Caprice en plena avenida del Rey don Jaime, donde el café es una experiencia excepcional. Que se lo pregunten a Jovi, en la Vermuthería de la calle Alloza. Que se lo pregunten a tantos y tantos emprendedores. Castellón ya no se queda en estado comatoso desde mediados de junio hasta bien entrado septiembre.

Por otro lado, está misma semana he acudido al centro peatonal a comprar algo de ropa. Me ha llamado la atención la gran cantidad de padres y madres que acompañaban a sus hijos adolescentes a adquirir la camisa, pantalón o vestido de la fiesta de graduación. Un año más, la fiesta por excelencia, es la de Nudo Beach, en el Grao de Castellón. Un espacio diferente que cada fin de semana, tras el fin del curso escolar, año tras año, se llena hasta la bandera con jóvenes que empiezan a abrirse al mundo. A conocer. A experimentar. A aprender, a acertar y a equivocarse.

Tracking Pixel Contents