Opinión | Editorial

València

Las empresas valencianas contienen el aliento

Si Irán bloquea el estrecho de Ormuz, por donde pasa buena parte del petróleo mundial, las consecuencias económicas podrían ser de calado

Un petrolero en aguas del Pacífico

Un petrolero en aguas del Pacífico / Levante-EMV

 El ataque de Estados Unidos a Irán, iniciado la pasada madrugada, añade un plus extraordinario de incertidumbre a la economía internacional, ya de por sí muy zarandeada por la guerra comercial lanzada por el presidente del país norteamericano, Donald Trump. En un mundo tan interconectado, es una pésima noticia. Y la Comunitat Valenciana, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos en los próximos días, no saldrá inmune, singularmente sus empresas.

Los expertos y dirigentes empresariales valencianos coinciden en que la clave del futuro inmediato se encuentra en lo que suceda con el estrecho de Ormuz, una de las principales vías mundiales para el transporte del petróleo y cuya parte oriental está controlada por Irán. Si por acción directa de los mandatarios persas o por la extensión del conflicto bélico al golfo Pérsico esta vía de comunicación queda bloqueada, las consecuencias pueden ser de calado para todos.

Llegados a ese extremo y en función del tiempo en que se impidiera el tráfico de buques, es seguro que los costes de la energía, singularmente del petróleo y el gas -la zona concentra a algunos de los mayores productores del mundo de ambos combustibles-, se encarecerán y los mercados volverán a una volatilidad ya vivida con la guerra arancelaria de Trump. La teoría económica, que luego debe contrastarse con el comportamiento de los consumidores, abunda en que en una tesitura tal que los gastos irán al alza en una infinidad de sectores, como el azulejo o el transporte marítimo, y, por ende, los precios también subirán. En ese supuesto, la demanda iría a la baja. Por tanto, podría darse un fenómeno de inflación combinada con estancamiento y la llegada de una recesión. Además, en ese escenario, los bancos centrales podrían volver a elevar los tipos para contener los precios, con lo que eso supone para las economías domésticas.

Que Irán bloquee Ormuz es una posibilidad que se acrecienta con el paso de las horas. De hecho, su Parlamento ya ha propuesto que se cierre, aunque la última palabra corresponde ahora a su Consejo de Seguridad. Otra cosa es que este órgano finalmente se decante por una medida que también puede dañar la maltrecha economía iraní, que tiene precisamente en el petróleo su gran fuente de ingresos. Si Ormuz se mantiene abierto y el conflicto no escala más de lo que ya lo ha hecho, los expertos y dirigentes empresariales valencianos estiman que el impacto en la economía no va a ser significativo (o incluso nulo), entre otros motivos porque esa zona tan compleja del mundo lleva casi dos años en otra guerra -tras el ataque de Hamás a Israel en octubre de 2023- y hasta ahora no ha provocado grandes trastornos en el ámbito internacional. El más relevante ha sido los ataques de los hutís de Yemen, aliados de Irán, a los mercantes que acortan ruta a través del Canal de Suez. Esto ha obligado a desviar los tráficos con Asia por el cabo de Buena Esperanza africano. Por tanto, es un daño colateral ya descontado para el puerto de Valencia y las empresas de la autonomía. Por otro lado, el conflicto podría tener una derivada, como es la mejora aún más las perspectivas turísticas valencianas, por el temor de los turistas europeos a visitar países cercanos al conflicto como Turquía.

En cualquier caso, la clave está en Ormuz. Empresas y ciudadanos contienen el aliento para que no se cierre.

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