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Opinión | LA COLUMNA

Castellón

El toro: un debate que no cesa

La Vall d’Uixó se autoproclamó en su día como la capital del toro, un título que no se le puede discutir. Lo cierto es que no es solo la Vall: es toda una provincia la que vive y respira este tipo de festejos populares. Con independencia de si a uno le gustan o no, hay que admitir que los actos taurinos son multitudinarios. Basta ver el éxito que ha tenido la televisión autonómica À Punt desde que decidió incluir en su parrilla un programa de toros, dirigido con acierto por el crítico taurino de Mediterráneo, Jorge Casals.

Octubre es un mes con varios municipios en fiestas. Y no nos engañemos: no son las procesiones, ni los conciertos o los actos gastronómicos lo que marca el pulso de las fiestas. Es el toro. Todo gira en torno a él. Y su bravura es también su peligro. Cada año hay heridos, a veces muertos, de ahí los continuos cambios en el reglamento de bous al carrer. Ahora se prepara otra modificación que busca actualizar y endurecer las normas en materia de seguridad o bienestar animal. También se contemplan medidas específicas frente al cambio climático.

Mientras los pueblos siguen lidiando con sus toros, en Madrid hubo otra lidia: la del Congreso de los Diputados. El martes se presentó, aunque no salió adelante gracias a la abstención del PSOE y los votos en contra de PP; Vox y UPN, la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que proponía retirar a la tauromaquia la consideración de Patrimonio Cultural. La propuesta, respaldada por más de 700.000 firmas, buscaba derogar la Ley 18/2013 y devolver a comunidades y municipios la competencia para decidir si autorizan o prohíben los espectáculos taurinos.

De haber prosperado esta iniciativa, surge la gran pregunta: ¿qué político/a (del color que sea) se hubiese atrevido a prohibir un bou al carrer en su municipio? Nadie. Hay muchos votos en juego.

La tauromaquia, guste o no, forma parte de una identidad cultural que ha evolucionado. Pero también es cierto que la sociedad cambia, que las sensibilidades son otras, y que la frontera entre tradición y maltrato es hoy más fina que nunca.

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