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Opinión | EL TURNO

La música sacra: el alma que todavía canta

Hay sonidos que no se olvidan. Ya sean modernos, estén de moda, suenen en la radio o en plataformas digitales. Se quedan grabados porque tienen algo más profundo: alma. Y si hay una música que puede presumir de tener alma, esa es la música sacra.

En Oropesa del Mar no hace tanto tiempo vivimos juntos momentos que, quienes estuvimos allí, difícilmente olvidaremos: aquel concierto en el que sonó la Petite Messe Solennelle de Rossini, o el año en que el Réquiem de Brahms llenó de emoción nuestra iglesia.

Pienso en esos instantes que dicen mucho más sobre quiénes somos que cualquier discurso. Porque la música sacra no es solo un género: es una manera de sentir, una raíz, una memoria que sigue latiendo en el corazón de nuestra cultura.

Hoy, en cambio, vivimos rodeados de ruido. La música se ha vuelto casi invisible, omnipresente pero superficial. Suena en los móviles, en los centros comerciales, en los coches, pero rara vez nos detenemos a escucharla de verdad. Y precisamente por eso, la música sacra tiene más sentido que nunca. Nos obliga a parar, a escuchar, a sentir.

Aquí, en Oropesa del Mar, tenemos la suerte de contar con una comunidad que valora la cultura y que responde con entusiasmo. Por eso, defender la música sacra no es defender un dogma, sino una parte esencial de la sensibilidad humana.

Introspección

En Oropesa del Mar, queremos que eso cambie. Queremos que nuestra cultura no se limite a las fiestas de verano o a los conciertos al aire libre (que son maravillosos, por cierto), sino que también incluya momentos de introspección, de recogimiento, de belleza compartida.

Por eso hemos apostado, desde el área de Cultura, por seguir programando obras que exigen entrega, que requieren preparación, pero que ofrecen algo a cambio que no tiene precio.

Uno de los momentos más bonitos que he vivido como concejal fue ver a vecinos de todas las edades compartiendo banco y silencio en un concierto sacro. Nadie preguntó a nadie en qué creía. No hacía falta. Todos estaban allí por lo mismo: por la belleza, para mí, es cultura con mayúsculas:

Y si algo he aprendido en estos años como concejal de Cultura, es que no hay inversión más rentable que la emoción compartida.

Concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Orpesa

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