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Opinión | AL CONTRATAQUE

Y del voto en blanco, qué

Las encuestas siempre son termómetros para tomar la temperatura de la tendencia política. Los resultados no deben ser tomados como verdades absolutas, simplemente son oscilaciones que pueden cumplirse o no. Que un resultado electoral, ese sí es bueno, contradiga una encuesta es bastante habitual. Y más en los últimos tiempos. Hay una porción de la población con una dificultad demoscópica: el del voto en blanco, por ejemplo.

Puede que fuera coincidencia o mala suerte, pero en los habituales encuentros estivales de este año, fueran comidas, cenas o cervecitas frescas que abren la sinceridad, me topé con una gran cantidad de amistades que hablaban sin problemas sobre su próxima opción electoral y esta era no ir a votar. La postura estaba reflexionada y pensada. La mayoría habían concluido que aunque la política fuera muy importante, el listado de políticos que nos habían tocado era desesperante. No salvaban a nadie. Así que preferían ausentarse y desaparecer.

Opté por la posición pedagógica. Mejor voto en blanco que voto ausente. La respuesta de casi todos, personas leídas, interesadas por la realidad del mundo y de nuestra sociedad fue casi la misma: «No. De esta forma le das el voto a quien gane». Me sorprendió una réplica tan unánime y alejada de la realidad. Esta es una contestación habitual entre quien solo sobrevuela la política, pero no profundiza. Ninguna me lo parecía. Pero es lo que hay.

Los partidos se han centrado en los últimos años en dinámicas de destrucción y no de activación. En sus trifulcas políticas sacan a la luz las vergüenzas del otro y no las propuestas que se esconden en sus programas electorales. Y han superado la paciencia de los votantes tranquilos, aquellos que no se desquician, los que reflexionan sobre a quién votar, aunque ahora anden despistados.

El voto en blanco entra en el juego de los tantos por ciento en la que se basa la ley d’Hondt. No votar queda fuera de los porcentajes y votar en blanco, dentro. Es cierto que afecta a los partidos menos votados, ya que sus proporciones descienden y dificultan sus opciones a escaño, pero se entiende que ese votante tipo no está interesado en formaciones pequeñas.

Estrategias

Cada partido persigue estrategias diferentes aunque no siempre sean certeras. El PSOE de Pedro Sánchez entiende que un incremento en el voto de la extrema derecha de Vox mina las posibilidades de victoria del PP. Esa relación es positiva para los socialistas. Pero puede tener sorpresas si parte de su electorado acaba yéndose a la abstención. No es la primera vez que ocurre. Les pasó a los socialistas y también a los populares a lo largo de la historia reciente.

Las encuestas acostumbran a reflejar la abstención, pero no el voto en blanco. Y después llegan los sustos, que en los últimos años han sido continuos. El problema es que la memoria siempre es débil y ya nadie se acuerda. Pero en el CIS del mismo mes de las últimas elecciones en 2023 ganaba Pedro Sánchez y al final venció Feijóo, aunque no gobernara. Está dicho todo.

Periodista

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