Opinión | A fondo
Cuando la banca entiende el territorio
El fracaso de la opa hostil de BBVA sobre Banco Sabadell hace unos días ha vuelto a poner de relieve algo clave: la importancia de contar con un sistema financiero vinculado al territorio, sensible a las necesidades de los municipios, las empresas y la ciudadanía. La concentración bancaria, además de generar riesgos estratégicos, dificulta la financiación de pequeñas y medianas empresas y aumenta la exclusión financiera. Por eso, mirar hacia un modelo más cercano y arraigado al territorio no es solo deseable. Es necesario para avanzar y progresar.
En el caso de la Vall d’Uixó, esta realidad se refleja día a día gracias a nuestras entidades locales: Caixa La Vall, conocida históricamente como San Isidro, y Caixa Sant Vicent. Estas instituciones han superado momentos complicados en el pasado, precisamente por operaciones de concentración bancaria, y hoy son un pilar fundamental para el desarrollo del municipio por su contribución al tejido social, deportivo, cultural y económico de la ciudad. No entender la Vall, no pisar el territorio, hace imposible que los proyectos que mejoran la vida de la gente lleguen a buen puerto; aquí, la banca local está presente y participa activamente en la transformación de nuestra ciudad.
Un ejemplo concreto es la colaboración de Caixa Sant Vicent con Emsevall, la empresa pública municipal. Es la entidad que ha facilitado un préstamo de cuatro millones de euros para la construcción del futuro parque acuático, que acaba de empezar, con condiciones muy ventajosas. Esto permite que esta infraestructura estratégica sea una realidad sin comprometer la sostenibilidad financiera del Ayuntamiento.
De manera paralela, Caixa La Vall ha financiado también inversiones clave, como la segunda fase del nuevo polideportivo, cuya ejecución comenzará en breve. Sin estas entidades locales, el desarrollo de proyectos fundamentales sería mucho más complicado, costoso y lento.
El valor de la banca local
Porque el valor de la banca local no se mide únicamente en cifras o préstamos: se percibe en su compromiso con la ciudad y su gente. Estas entidades conocen el territorio, sus necesidades y sus retos, y eso se traduce en decisiones que acompañan a la ciudadanía y a los proyectos públicos que hacen que nuestra ciudad siga avanzando, como es el caso del parque acuático o el segundo pabellón polideportivo. Participan en las fiestas, apoyan al tejido social y comercial, fomentan la cultura y el deporte, financian a nuestras empresas y facilitan que la Vall pueda transformarse con proyectos de ciudad que tienen un impacto tangible en la calidad de vida de las vecinas y vecinos.
En contraste, las grandes operaciones de concentración bancaria –como la opa de BBVA a Banco Sabadell– tienden a alejar la financiación de quienes más la necesitan: pequeñas empresas, emprendedores locales y proyectos públicos estratégicos en ayuntamientos medianos o pequeños. La realidad demuestra que un sistema financiero deslocalizado no siempre entiende la idiosincrasia del territorio ni prioriza el interés general. Por eso, iniciativas como las de nuestras cajas locales son esenciales: mantienen viva la inversión local, apoyan el empleo y permiten que la ciudad crezca.
Por eso, aunque las grandes entidades nacionales siguen teniendo un papel relevante y el Ayuntamiento también trabaja con algunas de ellas, la experiencia nos confirma que la cercanía y el arraigo al territorio marcan la diferencia. Tras la pérdida de cajas y entidades valencianas hace unos años –lo que Catalunya no ha permitido que pase–, contar en la Vall con la colaboración de las cajas locales, que han mantenido cierta independencia, permite planificar con seguridad inversiones estratégicas a largo plazo, garantizar la viabilidad de infraestructuras y apoyar directamente al tejido económico y social.
Implicación que va más allá
Las cajas locales pasaron por momentos difíciles, pero supieron adaptarse, reinventarse y fortalecer sus relaciones con la comunidad. Hoy, su implicación en la Vall va más allá de la mera financiación: es un compromiso con la ciudad, con sus fiestas, con los clubes deportivos, con las asociaciones culturales, con las asociaciones comerciales, con las empresas y autónomos y con muchas iniciativas que contribuyen a mejorar la vida de la ciudadanía. Esa cercanía, esta proximidad, este conocimiento del territorio, es lo que permite que los recursos se aprovechen.
El futuro de la Vall hoy se construye con entidades bancarias locales que entienden nuestras necesidades, que se implican y que participan activamente en la ciudad. Y, sobre todo, acompañan a la ciudadanía.
Por eso, la colaboración entre el Ayuntamiento y nuestras entidades locales no es solo estratégica: es un ejemplo de cómo la banca puede y debe ser un instrumento de desarrollo real, de progreso compartido y de oportunidades.
* Tania Baños es alcaldesa de la Vall d’Uixó
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