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Opinión | LA RUEDA

Panoramas locales desaparecidos

Uno, llegados los años, vive de muchos recuerdos y olvida otras épocas, no demasiado alejadas en el tiempo que, no obstante, subyacen en su mente, aunque nos refiramos, como ahora hacemos, a menos de un siglo. Yo, que pasé la adolescencia en un pueblo mediano, recuerdo el panorama de aquellos tiempos, que hoy suena a nostalgia, pero que queda todavía nítido. Sin embargo, para muchos, aquel panorama callejero no existió nunca, aunque recordarlo tiene ahora un efecto catártico para otros.

El trajín por las calles del pueblo, que ahora ha crecido, tiene un aspecto bien diferente y desconocido para muchos: deambulaban entonces vendedores de objetos o alimentos, otilios (servicios a domicilio) como, por ejemplo, los adobacossis, que, sentados al portal de una casa, arreglaban cossis i gibrells con sus manos y escasas herramientas. Daban voces para anunciar su llegada: «S’arreglen cossis i gibrells»; y allí acudían las mujeres con ollas desvencijadas o con agujeros para ser reparadas.

Algún autor habla de ellos en sus libros (Bernat Capó, Soler Godes, etc), trabajos que fueron desterrados por la aparición del plástico, que los dejó sin oficio y el pueblo en silencio.

I mentre l’adobacossis cridava, per l’altre carrer o cantó unes veus s’oïen al mateix temps: L’aiguader, venent cànters d’aigua, el sanador o sanaporcs, per a castrar els porcs (anunciant la seua presència amb un fabiol de set forats), el cadirer, el draper, l’esmolador (l’esmolet), etc. Tot un aldarull que feia eixir les dones de casa.

Naturalmente aquello ya pasó y las calles aparecen hoy con el silencio de estos personajes, trocado por el ruido de los motores. ¡Y lo que nos queda por ver…!

Profesor

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