Opinión | VIVIR ES SER OTRO
El mundo pieza a pieza
A mi hijo, de 8 años, en medio de la obsesión por el fútbol y su afición a dibujar, se le ha colado, por alguna rendija de los rizos que luce en la cabeza, el gusto por los Lego. De muy pequeño, casi bebé, prefería los Playmobil, pero a medida que maduraba, los desplazó por el juego de construcción. Los dos me parecen interesantes. El de las figuritas porque despierta la imaginación a base de construir historias con los personajes. El de las piezas, por su parte, también estimula la inventiva: una vez han montado el objeto para el cual se diseñaron, lo cual es una cuestión mecánica, de seguir los pasos que el libro de instrucciones dicta, los niños se dedican a crear coches fantásticos, naves espaciales extravagantes, edificios imposibles y toda suerte de artilugios o animales de difícil catalogación.
El chaval, ávido de pantallas, como todos los de su generación (y los que somos de otras, no les censuremos a ellos lo que también hacemos nosotros), ha incrementado el consumo de vídeos de youtubers que se dedican a jugar con Lego. Hablamos de adultos, generalmente jóvenes, que se dedican a construir inmensos dioramas. A mi hijo le encantan los que recrean ciudades completas. Reconozco que he visto varios, a veces de duraciones considerables, de una hora o más, en los que se reproducen ciudades enteras a base de millones de piezas. No, no se trata de juntar sets que recrean edificios y aderezarlos un poco con las calles y otros ornamentos. Hablamos de construir desde cero, pieza a pieza, todos y cada uno de los elementos, y luego combinarlos con gracia. Parece una tontería, y lo es, pero me resulta hipnótico. Tienen un gusto por el detalle fascinante, también por la narrativa. Se preocupan no solo de diseñar las fachadas de las casas, sino que en su interior parcelan, amueblan y crean escenas completas. Con las figuras humanas establecen también historias callejeras separadas. Aquí ha habido un accidente y acuden los médicos y la policía; allá hay un parque lleno de paseantes, con sus perros, carritos de bebés… Incluso en el subsuelo aprovechan para concebir cuevas, subterráneos, bodegas.
Amortizar gastos
Todo el proceso de ejecución se graba a cámara rápida y con algunas elipsis. Les lleva semanas, a veces incluso meses, de trabajo diario completarlo. También los gastos de realización son tremendos: vimos uno que costó más de 30.000 €. Eso sí, no padezcan por la economía de sus autores, las visualizaciones son millonarias y, estoy bastante seguro, les da para amortizar gastos y vivir bien de esta afición convertida en trabajo.
Pero lo más cautivador para mi hijo es cuando van a Stuttgart, a la tienda de Lego donde venden piezas a granel. Resulta espectacular también para mí. Allí se ven montones de estanterías repletas de bandejas en las que hay, en cada una de ellas, un tipo de pieza distinta.
Hemos buscado a ver si hay alguna así en España. Nada. Hay comercios oficiales pero solo venden sets completos y algunas piezas básicas. Mi hijo quiere ir a Alemania de vacaciones antes que a Disneyland París. Me encanta.
Editor de La Pajarita Roja
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