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Opinión | LA RUEDA

Es quien omite su deber...

Entre mis amigos, los días anteriores al funeral laico de Estado que se iba a realizar en honor a las víctimas de la dana fueron momentos de debate.

El dilema era claro y se resumía en la pregunta: ¿Debe o no debe ir Mazón al funeral? Y es ahí donde aparecía la dualidad de opiniones. Para una parte no debía ir. Tenía la obligación moral de respetar la voluntad de las víctimas y ayudar, con su ausencia, a que fuera un acto con el menor dolor y tensión posible. Opinión que tenía fundamento. Pero, para otros, y teniendo en cuenta que aún no había dimitido y seguía siendo el máximo representante del Estado en el País Valencià, no tenía más remedio que, pasara lo que pasara, debía de estar en el funeral con el conjunto de las instituciones del Estado. Ni más, ni menos.

Asumir la responsabilidad

Siendo el ir o no ir la controversia, y defendiendo desde el primer momento su dimisión, me puse al lado de los que querían que estuviera presente en la ceremonia. Pensaba, lo dije y así paso, que ya que Mazón no quería dimitir, no bastaba con salir en manifestación por las calles, debía sufrir y asumir plenamente la responsabilidad de escuchar en directo y delante de la televisión y de todas las instituciones del Estado (los Reyes, el Gobierno, los presidentes de las CCAA, líderes políticos...) la indignación social, las acusaciones y las reivindicaciones de las víctimas y sus asociaciones. Escuchar, sobre todo, lo que desde la tribuna de oradoras y con lágrimas en los ojos le dijo a Mazón Virginia Ortiz, familiar de una de las víctimas de Letur (Albacete): «Es quien omite su deber a sabiendas de que su omisión pone en riesgo vidas humanas, quien comete el acto primigenio que deriva en sus muertes». Que poca vergüenza tiene Mazón por no irse y Feijóo y Abascal por aguantarlo.

Analista político

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