Podemos cumplir 125 años en plena forma con una dieta sana, un ejercicio físico adecuado a la edad, una intensa gimnasia mental, más de seis horas diarias de sueño y una rica vida social rodeados de buenos familiares y amigos. Esta es la receta que desde hace años prescribe la bióloga Coral Sanfeliú, experta en antienvejecimiento y neurodegeneración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Barcelona que aconseja también disfrutar del paso de los años protegiendo a nuestro cerebro con paseos por zonas verdes para aminorar o retrasar los síntomas de enfermedades ahora incurables como el Alzhéimer

Acostumbrada a ensayar todo tipo de pócimas científicas para combatir los fallos que nos conducen al ámbito sombrío de la demencia senil y del Alzheimer, la investigadora Sanfeliú se ríe de los gurús de Silicon Valley que auguran la inmortalidad que ella no ve posible, ni tampoco interesante. La doctora, eso sí, invita a beber cada día una copa de vino mientras prosigue sus indagaciones sobre los beneficios del revesratrol y la melatonina, fármacos que han demostrado su eficacia a la hora de retrasar estas enfermedades.

Una copa de vino

El resveratrol es la molécula del vino, así que una copa de vino al día no viene mal. La melatonina es la hormona del sueño. Dormir bien, más de seis horas y menos de diez, es fundamental para nuestra salud mental. "Estamos además estudiando nuevas vías moleculares para crear fármacos que protejan las neuronas y ahí aparece la sirtuina 1, una proteína que activa la memoria, y analizamos otra serie de factores tróficos para la supervivencia de las neuronas", asegura la científica.

Sanfeliu y José Luis Trejo, también investigador del CSIC, firman un libro en el que presentan las evidencias científicas de cómo la actividad física y deportiva moldea el cerebro humano y explican los efectos beneficiosos del ejercicio sobre la cognición, el estado de ánimo y la salud cerebral a todas las edades.

A lo largo del texto los investigadores se adentran en los mecanismos genéticos, moleculares y celulares que sustentan los innumerables beneficios del ejercicio para nuestro cerebro. “Entre otros efectos positivos, produce un incremento de la capacidad cognitiva y de la formación de neuronas nuevashace crecer el flujo sanguíneo en el cerebro y el consumo de oxígeno por las células neurales; incrementa la funcionalidad y disponibilidad de neurotransmisores clave; e induce neuroprotección en todas las áreas cerebrales analizadas hasta la fecha”, afirman Sanfeliu y Trejo. “Esto se ha demostrado tanto en animales de laboratorio como en seres humanos”, añaden.

Los beneficios del ejercicio físico se heredan

Aparte de las consecuencias directas, el deporte produce también efectos indirectos, como ocurre con los individuos que se benefician del ejercicio físico que realizaron sus progenitores. Estudios recientes han demostrado que los efectos cognitivos y emocionales del ejercicio en animales de laboratorio son heredables por la siguiente generación. “En las crías sedentarias de ratones de padres corredores había más neuronas nuevas, que eran más activas, al igual que sus circuitos, y, en consecuencia, los sujetos tenían más capacidad de ejecutar con éxito las tareas conductuales. Esto nos indica que la transmisión de efectos adquiridos por la práctica del ejercicio físico es epigenética”, detallan los investigadores.

Terapia contra el envejecimiento

El ejercicio físico también puede constituir una vía para hacer frente al envejecimiento. De hecho, se ha probado que es una de las terapias no farmacológicas más efectivas. “Diversos estudios de poblaciones han demostrado que la actividad física disminuye la mortalidad por todas las causas en adultos de 50 a 70 años”, observa Coral Sanfeliu.

Además, mejora la evolución de determinadas enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer, a la vez que retarda la edad a la que se manifiestan y la aparición de síntomas. “El retraso en la aparición de esta patología con una vida físicamente activa es indiscutible. Incluso se ha demostrado que la actividad física disminuye los marcadores patológicos que aparecen en la fase silente de la enfermedad, la que se desarrolla previamente a la aparición de cualquier síntoma de pérdida de memoria”.

La larga lista de beneficios del ejercicio incluye igualmente el bienestar psicológico. Los múltiples cambios hormonales del organismo inducidos por el ejercicio físico, como el aumento de la secreción de endorfinas que proporcionan bienestar y regulan el estrés, provocan un mejor equilibrio de los neurotransmisores y el aumento de la funcionalidad cerebral. Todo ello mejora el estado de ánimo, la autoestima y la armonía psicológica en su conjunto, concluyen los científicos.