Aunque a menudo tiende a percibirse como un problema estético, la enfermedad venosa crónica (EVC) tiene una gran relevancia debido a su alta prevalencia y a su impacto sobre la calidad de vida de las personas que la sufren.

Hablamos de un mal funcionamiento del sistema de retorno venoso en las piernas que provoca la aparición de venas varicosas.

La enfermedad venosa crónica es la patología vascular más frecuente entre la población. La sufren hasta el 64% de las mujeres y el 37% de los hombres.

Y a pesar de ello, sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada e infratratada, tanto en la atención primaria como en la hospitalaria.

La enfermedad venosa crónica no es sólo tener varices

Cuando aparece esta patología, el paciente no suele concederle mayor importancia. Y esto es un error, porque, aunque al principio pudiera manifestarse con la aparición de varices y telangiectasias (arañas vasculares), también puede llegar a provocar trombosis, varicorragias o úlceras en estadios avanzados.

Y es precisamente esta sensación de benignidad lo que dificulta que la persona acuda a consulta y obtenga un diagnóstico precoz y comenzar un tratamiento eficiente.

Para Manuel Frías, médico especialista de Medicina Familiar y Comunitaria del Centro de Salud Comillas en Madrid y coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Vasculopatías de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), detectarla cuanto antes es crucial para poder retrasar su evolución y evitar llegar a las etapas más graves, donde presenta una morbimortalidad similar al fallo cardíaco.

Síntomas

Por ello, el doctor Frías enumera algunas de las sensaciones en las piernas propias de esta patología que nos deben poner alerta y llevarnos a consultar con el médico:

  • Sensación de pesadez en las piernas.
  • Picor.
  • Dolor.
  • Ardor.
  • Hinchazón o calambres.

"O incluso percibimos un empeoramiento de esa pesadez o dolor después de haber pasado mucho tiempo sentados, estos son signos que nos pueden poner en alerta", explica el experto.

Una vez realizado el diagnóstico, el tratamiento suele centrarse en la modificación del estilo de vida, la terapia compresiva, los fármacos y la terapia intervencionista.

"El médico de familia puede orientar para elegir la mejor terapia de acuerdo a las necesidades de los pacientes y a la etapa en la que se encuentra la enfermedad" explica el doctor Frías.

Enfermedad venosa crónica y Covid-19

Como buena parte del origen de esta enfermedad se debe a los hábitos de vida, como el sedentarismo, la pandemia no ha ayudado demasiado.

Por otra parte, también hay que tener en cuenta que la Covid-19 ha ocupado buena parte de la atención médica y ha provocado el retraso o la falta de atención al diagnóstico, tratamiento o seguimiento de múltiples enfermedades crónicas, entre ellas, la enfermedad venosa crónica.

Como explica el doctor Frías, la situación de la pandemia se ha hecho notar en las consultas de atención primaria.

"Muchos pacientes llegan tarde por el miedo al contagio en el centro sanitario. También el aumento del sedentarismo, el aumento de peso o el estreñimiento son factores para el empeoramiento de la enfermedad venosa crónica".

Decálogo para prevenir la enfermedad venosa crónica

Existe una estrecha relación entre la historia familiar y el riesgo de padecer enfermedad venosa, pero los hábitos de vida también juegan un importante papel.

"Algunos trabajos muestran que el riesgo de que los hijos desarrollen venas varicosas es del 89% si ambos padres sufren enfermedad venosa crónica, del 47% si solo un progenitor la sufre y del 20% si ninguno de ellos tiene evidencia de EVC " explica el doctor.

Y para prevenirla, el doctor Frías destaca 10 pautas que se pueden llevar a cabo de forma sencilla para prevenir esta enfermedad crónica:

  • Practicar pequeños ejercicios de forma diaria para mejorar la circulación venosa de las piernas.
  • Aplicar ligeros masajes en piernas y tobillos: Masajearnos las piernas desde los pies hasta los muslos mientras se está tumbado.
  • No permanecer de pie o sentado largos periodos de tiempo. Si es inevitable por motivos de trabajo o viajes largos, es recomendable mover frecuentemente los pies y las piernas, realizando giros con los tobillos. También se debe levantarse del asiento con frecuencia y andar unos cuantos pasos.
  • Mejor ducha que baño. Además, puede activarse la circulación alternando duchas no excesivamente calientes (de 38ºC como máximo) con duchas frías en las piernas.

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Es recomendable finalizar con agua fría a las pantorrillas en sentido ascendente, para aliviar la sensación de pesadez.

  • Piernas arriba. Para aquellas personas que trabajen sentadas con el ordenador, es conveniente utilizar un reposapiés y, durante la noche, mejor dormir con las piernas elevadas unos 15 centímetros.
  • Evitar la ropa ajustada y los ambientes demasiado calurosos. Las prendas muy ajustadas dificultan el retorno venoso desde las piernas al corazón.

Además, conviene evitar toda fuente de calor (saunas, depilación mediante cera caliente, tomar el sol en las piernas, etc.), ya que estimulan la dilatación de las venas y la aparición de varices. También es recomendable utilizar calzado cómodo y fresco.

  • Cuidar la alimentación: Tanto el sobrepeso como el estreñimiento pueden afectar a la circulación. Una dieta rica en fibra, frutas, verduras y cereales mejora la enfermedad venosa crónica.
  • El ejercicio es esencial. Las actividades que más benefician a la circulación de las piernas son la natación o el caminar. El baile, la gimnasia y el realizar bicicleta estática o andar en bicicleta también pueden ser alternativas para favorecer el retorno venoso.
  • Evitar hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol.
  • La posibilidad de utilizar la terapia compresiva. El médico de familia puede orientar para escoger la mejor terapia de compresión de acuerdo a las necesidades de la persona y de la etapa en la que se encuentre la EVC.