A casi tres años de las próximas elecciones gallegas, la renuncia de José Cuiña, antiguo delfín de Manuel Fraga, ha sacado a la luz la falta de una alternativa clara para suceder al veterano político. Cuando la crisis del Prestige ha puesto al descubierto las divergencias internas en el feudo de Fraga, dos nombres han sonado con fuerza como candidatos a la Xunta: el conselleiro de Economía, José Antonio Orza y la ministra de Sanidad, Ana Pastor, natural de Pontevedra y persona de confianza de Rajoy.

Orza es visto con recelo por una parte del Ejecutivo autonómico. En el PP de Galicia ven también un inconveniente a la candidatura de Pastor: podría entenderse como una imposición de Madrid. Rajoy la llevó al Gobierno para que tuviera una plataforma de lanzamiento cara al futuro.

Es precisamente Rajoy el que concita, en la dirección del PP gallego, mayores simpatías para el relevo. Pero el vicepresidente no quiere oír hablar de esa posibilidad. Sabe del entramado de alianzas entre dirigentes provinciales que en ocasiones han actuado como verdaderos reinos de Taifas.