Dormir un par de horas más o tres menos de lo habitual, saltarse una comida, volar a otro continente o hacer una mudanza, situaciones que, en principio, se sobrellevan tomando un café extra, pueden dar paso a tres días y noches de dolor insoportable en quien sufre migraña. Se trata de una enfermedad --y no de un síntoma de otra dolencia-- de duración y curación inciertas, que altera seriamente la vida de quienes la padecen: un 17% de las mujeres de 15 a 50 años y un 9% de los hombres de cualquier edad.

A diferencia de la cefalea causada por la tensión o la jaqueca, que también se manifiestan con dolor de cabeza, la migraña no se va durmiendo un rato. "La Real Academia de la Lengua define al jaquecoso como a una persona fastidiosa, molesta y cargante, lo que supone una gran falta de respeto hacia quien sufre el dolor", afirma el doctor Feliu Titus, responsable de la Unidad de Cefaleas del Hospital de Vall d"Hebron y neurólogo del Instituto USP Dexeus de Barcelona.

La migraña, explica, tiene poca consideración social y no preocupa a la Administración sanitaria "porque no es mortal". Mal tratada, puede traducirse en un dolor cotidiano que limita la actividad del afectado.

Lo primero que debería hacerse cuando se siente un dolor de cabeza persistente es definir si se trata de la consecuencia de una tensión postural o si es una migraña, sugiere. La causa, el tratamiento y el pronóstico de esos dos malestares no tienen nada en común. En las mujeres, tiene una clara influencia hormonal.

"En la migraña duele la arteria que se dilata y toca el nervio trigémino --explica Titus--. La cefalea, en cambio, es la consecuencia de haber tenido en tensión un músculo: el entrecejo, la nuca, los hombros al conducir o las órbitas de los ojos en una alerta excesiva".

La cefalea es un dolor vinculado al ritmo de vida, que afecta en algún momento al 90% de la población y se va con un analgésico. La migraña no. Es una enfermedad universal, con incidencia en el centro de África o en EEUU. No muestra diferencias geográficas, históricas o económicas, aunque cada cultura intenta resolverla a su modo.

VIDA ORDENADA

Inmovilidad, imposición de frío y presión sobre el cráneo, silencio y relajación son los remedios más adecuados ante una crisis. "La migraña es una vasodilatación, seguida de una vasoconstricción arterial que recorre toda la meninge e inflama un nervio --explica el neurólogo--. Ese nervio alcanza todo el cráneo y los maxilares. Requiere un diagnóstico vascular adecuado para su corrección".

Lo principal para los enfermos es llevar una vida biológicamente ordenada. "El migrañoso se adapta mal a los cambios y debe tenerlos en cuenta", insiste Titus. Esos enfermos sobrellevan mejor un exceso de trabajo que el descanso. Los fines de semana son propicios para las crisis. Un ataque de migraña suele ir acompañado de náuseas, vómitos y ansiedad. Empeora con el movimiento y ante el menor ruido, luz u olor intensos. Quien lo sufre, asegura el especialista, no puede hacer ninguna actividad.