El Gobierno de China reconoció ayer, tres semanas después de que la infección se detectara en Occidente, que la epidemia de neumonía asiática se ha extendido por todo el país. El ministro chino de Sanidad, Zhang Wenkang, admitió que el virus cogió a sus científicos por sorpresa "porque era algo nuevo", y certificó que el primer brote surgió en noviembre en la provincia de Guangdong, extendiéndose desde su capital hacia Hong Kong y Shanghái.

Sin molestarse por las risas que suscitaron sus palabras, Wenkang informó de que la epidemia "está controlada en China". Ayer se contabilizaron 1.192 afectados en su continente y otros 708 en Hong Kong, elevándose a 62 las personas fallecidas. El balance mundial de fallecidos era ayer de 79.

"Ahora es seguro vivir y viajar en China --insistió el responsable de Sanidad--. La situación está controlada aquí, pero el problema está allí --en alusión a Occidente--, por lo que ofrecemos nuestra colaboración. Necesitamos más información sobre el virus. Nosotros hemos tomado las medidas eficaces para combatirlo". Desde el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC en inglés), de EEUU, la información fue menos optimista. Sus investigadores dudan de que la velocidad de los hallazgos sobre el agente que causa esta neumonía esté a la altura de la rapidez con que se extiende la epidemia.

"Si la transmisión sigue el modelo de la gripe, su control podría resultar imposible sin disponer de una vacuna --aseguró Julie Gerberding, directora del CDC--. A pesar de nuestra larga experiencia en infecciones virales respiratorias, no tenemos una estrategia de prevención eficaz, salvo la vacunación". Para elaborar esa vacuna antes deberá confirmarse que la neumonía está causada por un coronavirus, y, aun así no está claro que se pueda disponer del preventivo antes de que se produzca una epidemia mundial.

"Un nuevo medicamento de este tipo debe pasar un periodo de ensayo antes de administrarlo a las personas --afirmó Gerbergind--, en especial si se trata de frenar un virus de animal". El CDC considera a un coronavirus de origen animal como el agente causante del brote.

El académico y diputado ruso Serguéi Kolesnikov aventuró una teoría extravagante, al opinar que el virus puede ser un "arma bacteriológica" escapada de laboratorios militares.