Unas 4.000 personas, entre trabajadores y enfermos de dos hospitales, vecinos y personas que hayan podido estar en contacto estrecho con ellos, han sido puestos en cuarentena por la alcaldía de Pekín, la capital china, para evitar la propagación del virus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS). Las autoridades intentan mantener la calma y descartan la imposición de medidas drásticas, pero lo cierto es que el pánico se ha apoderado de la gran urbe, de 13 millones de habitantes. Miles de personas, muchas de ellas extranjeras, la han abandonado o intentan abandonarla, y los que se quedan hacen acopio de alimentos.

Tras el cierre de colegios y de la Biblioteca Nacional, las últimas medidas de prevención incluyen el aislamiento de un segundo hospital y de todos los edificios de la Administración en los que se hayan detectado casos de neumonía. A estudiantes y profesores se les ha prohibido que salgan de la ciudad con motivo del Primero de Mayo, un tradicional puente que se alarga hasta el día 5.

La alarma de los que huyen se está convirtiendo en el mejor aliado de la epidemia. Un corresponsal de la agencia France Presse relataba que el pánico se había apoderado de los vecinos ante los muchos rumores, descartados por las autoridades, sobre el bloqueo de la ciudad, la ley marcial y hasta la huida de los gobernantes. La estación de trenes estaba ayer abarrotada y florecía el mercado negro de billetes. Lo mismo pasaba en el aeropuerto.

En los mercados, muchos productos han empezado a escasear o sus precios se han disparado.

El balance oficial en Pekín asciende a 877 casos confirmados, 954 casos sospechosos y 42 muertos. En el conjunto de China se contabilizan 115 muertes, a las que hay que sumar otras 115 en Hong Kong. El subdirector de la Oficina de Sanidad de Pekín, Guo Jiyong, confirmó que a 4.000 personas se les había pedido "que no salieran de sus casas". Lo que si está confirmado es el aislamiento de un nuevo hospital debido al elevado número de casos.