Las residencias para la tercera edad son ya un elemento indispensable en nuestra sociedad, y más de un 30% de los mayores de 45 años se muestran dispuestos a vivir en uno de estos centros que, en poco tiempo, han pasado de ser exclusivamente una necesidad social a considerarse parte de un negocio con mucho futuro.

Los datos demográficos avalan estas previsiones, ya que para el 2025 habrá 8,5 millones de españoles de más de 65 años (un 23% de la población), por lo que se prevé la necesidad de 125.000 nuevas plazas que se sumarán a las 215.000 existentes.

A este aumento se suman los cambios registrados en la familia, hasta hace poco única garante de la atención a los mayores, pero que cada vez se muestra menos capacitada para seguir esta labor.

A pesar de ello, la estancia en un centro privado resulta a una cuota de entre 1.000 y 3.000 euros mensuales (de 166.000 a 500.000 pesetas). Teniendo en cuenta que la mayoría de los mayores tienen como única fuente de ingresos la pensión de la seguridad social, estar allí no parece estar al alcance de todos.

Por ello, las empresas constructoras buscan estrategias, como sufragar estos proyectos residenciales a través de seguros como ya ocurre en otros países de Europa. Todo ello iría encaminado a un estilo de espacios pequeños y grandes diferencias respecto al concepto habitual de asilo.