La secretaria general de Políticas de Igualdad, Soledad Murillo, exigió ayer un pacto para evitar "injerencias" de la Iglesia "en asuntos públicos", atacó la postura del Vaticano sobre el feminismo y dudó de que las madres católicas compartan estas ideas.

Murillo consideró un atrevimiento "pensar que a las personas no se las mide por su capacidad sino por su biología. En esta ocasión el Vaticano parece muy preocupado por nuestra vocación de madres y no de víctimas".

Esta responsable del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales aludió así al documento del Vaticano Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y en el mundo, donde se condena el feminismo radical y la llamada "ideología de género".

En opinión de Murillo, el Vaticano debe hacer una gran reforma democrática "en el sentido de que los individuos somos lo que somos y no ninguna característica sexual, biológica o de raza".

Asimismo, mostró su sorpresa por que el Vaticano "se permita recomendarnos lo que las mujeres deben hacer con su vida profesional: me sorprende porque las madres católicas no quieren para sus hijas una vida muy tradicional. Ninguna católica puede asumir lo que se está planteando".

Por otro lado, consideró conveniente que el Gobierno se replantee el actual sistema de subvenciones a la Iglesia y abogó por "algún pacto de no injerencia en asuntos púbicos". Sobre este último extremo afirmó que "igual que nadie nos podemos pronunciar respecto a política en un púlpito, a veces desde el púlpito se dicen cosas muy inconstitucionales".