Sacando fuerzas de flaqueza y demostrando que seguirá viajando mientras Dios quiera, el Papa irá hoy al santuario de Lourdes, en Francia, donde en medio de miles de enfermos como él, conmemorará el 150 aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción e implorará la paz para el mundo. Dos meses después de su visita a Suiza y tras un mes de vacaciones, Juan Pablo II, de 84 años, vuelve a viajar, en esta ocasión para dejar patente su amor mariano, el que le llevó a incluir la M de María en su escudo papal.

El pontífice, que se desplaza en una silla de ruedas especial, que le permite oficiar misa sin levantarse y que se ha convertido en la nueva silla gestatoria del Pontificado, partirá del aeropuerto romano de Ciampino a las nueve horas locales (07.00 GMT) y llegará a Tarbes, cercana a Lourdes, dos horas más tarde.

Allí será recibido por el presidente francés, Jacques Chirac, uno de los dirigentes europeos que se opuso a la mención de las raíces cristianas en la nueva Constitución europea, pero que comparte con el Papa la oposición a la guerra contra Irak.

Será el único momento político del viaje, considerado una peregrinación por el Vaticano. No se descarta que el Papa haga algunas referencias a la situación de la Iglesia en Francia, país de casi 60 millones de habitantes donde los católicos --según datos del Vaticano-- son el 77,5%.

Después se trasladará en el papamóvil hasta Lourdes. Lo primero que visitará será la Gruta de Massabielle (la de las apariciones de la Virgen a la niña Bernadette Soubirous en 1858). Allí, como un peregrino más, beberá el agua milagrosa del manantial. Después, rezará el Angelus.