James Ellroy, figura imprescindible de la novela negra actual, convulsionó con su personalidad y su obra la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) al presentar su novela Destino: la morgue (Ediciones B), en la que continúa abriendo ventanas a la historia oculta de EEUU, tanto con el relato conmovedor de su propia vida como con ficticias "historias violentas sobre gente violenta que hace cosas violentas en tiempos violentos, escritas en un lenguaje acelerado, comprimido y violento". Sólo la escritura "ha impuesto el orden" en su vida, después de que madre muriera asesinada en una "trama de sexo" y su padre le aconsejara al morir: "Intenta ligar con todas las camareras que te sirvan".

Según propia confesión, Ellroy fue nazi, robó bragas sucias, se drogó, fue okupa... Ahora no lee, no va al cine, le gusta ver boxeo por televisión junto a su mujer y su perro y apenas sale de casa para ir a ver combates en vivo y comer con sus amigos policías. Bucea en los archivos policiales y se aísla en la época sobre la que escribe. Es "apacible" y su curiosidad es "muy limitada". Sus narraciones son demoledoras, aunque sostiene que nunca se ha rebelado contra la sociedad y que sólo ha querido "congraciarse profundamente con ella". La adaptación al cine de su novela L.A. Confidential lo llevó a la fama.

En una heterodoxa presentación en la que desbordó el humor que también suaviza sus novelas, James Ellroy, que votó por el actual presidente de Estados Unidos, afirmó: "Tengo un trato con Bush: yo no critico su política y él no critica mis libros". Tras Destino: la morgue, prepara la última novela de su trilogía sobre los años 60 en su país, un "libro seudohistórico muy grueso". "No tengo ningún interés en la cultura de los Estados Unidos actuales", afirmó este autor de inconfundible estilo. "Yo miento, distorsiono, digo parte de la verdad, impresiono, impacto y entretengo", añadió el autor de La dalia negra.