Investigadores del Centro Nacional de Microelectrónica (CSIC) coordinan un proyecto europeo para detectar con microchips si los alimentos contienen pesticidas, patógenos o antibióticos e incluso si están adulterados o son transgénicos, un sistema que ya ha sido probado en el vino.

El coordinador del proyecto, Carles Cané, señaló que el sistema se está aplicando en una planta vinícola de la Toscana, en Florencia (Italia), donde los microchips han demostrado su efectividad.

Los microchips son capaces de analizar, en mucho menos tiempo y con menor consumo de reactivos, productos como pescado, leche, queso, frutas, zumos de frutas y vino, y los resultados se mandan directamente a un receptor que puede estar ubicado en cualquier destino. En la planta italiana se han colocado sensores en todas las fases de producción del vino.