Los desastres naturales se han convertido en noticias de máximo interés durante los últimos meses: huracanes, ciclones, tsunamis... Hasta ahora, todas estas desgracias habían azotado países lejanos. Sin embargo, esta semana las inclemencias del tiempo han castigado la provincia de Girona. Y, atraídos por la catástrofe, cientos de curiosos se desplazaron ayer al lugar de los hechos. La actitud de muchos de ellos era más propia de unos turistas que de ciudadanos solidarios. Sus cámaras digitales y sus teléfonos móviles inmortalizaron la mala fortuna de los vecinos de Calonge y Castell-Platja d´Aro. "¡Podrían arremangarse y ayudar!", opinaba una vecina afectada de Calonge. Mientras ayudaba a su hermano, dueño de un bar, a sacar los muebles del establecimiento se quejaba de la actitud de los transeúntes, que peregrinaban hasta la playa para fotografiar los coches hundidos en la arena. Algunos hasta se llevaron a casa un trozo de mármol que había entre la montaña de restos de la riera.

No obstante, también había visitantes que no habían ido a fisgar. Se trataba de dueños o inquilinos de segundas residencias en la zona, que habían ido a comprobar los daños.