El huracán Wilma abandonó en la mañana de ayer la península del Yucatán camino a Florida, aunque sus vientos exteriores se hicieron sentir aún durante el día con fuerza de tormenta tropical y las lluvias torrenciales prosiguieron la inundación de los devastados centros turísticos del Caribe mexicano. Caos y saqueos se adueñaron de Cancún.

El mayor enclave turístico de América Latina "está destruido", señaló el vicealmirante de la Armada, Martín Fernández. El militar, que vivió cinco huracanes en el mar y agradece que "ninguno de ellos haya sido el Wilma, explicó: "Parece como si un gigante hubiera pasado pateando la ciudad entera".

Los marinos hallaron en el mar cinco cuerpos de víctimas arrastradas por el río que se formó en una calle de Cozumel, y el número de muertos causados por el ciclón se elevó a nueve. El gobernador de Quintana Roo, Félix González, informó de que las fuertes rachas de viento y una lluvia sin precedentes dejaron un millón de damnificados en ese estado: 700.000 en Cancún y 300.000 en Playa del Carmen, la Riviera Maya y las islas de Cozumel e Isla Mujeres. El Gobierno asegura que los más de 30.000 turistas, entre ellos unos 4.000 españoles atrapados en el Caribe mexicano se "encuentran seguros y bien", y saldrán en cuanto lo permitan las condiciones, indicaron.

UNA CIUDAD DE PAPEL Los habitantes de Cancún creyeron despertar en "otra ciudad". Como dijo uno de ellos, Hugo Martoccia, "parecía como si el Wilma.

Hasta 80 postes de alta tensión estaban doblados o derribados, y centenares de árboles, palmeras y tapias aplastaban coches aparcados hasta en los patios de las casas, mientras ventanas, puertas arrancadas y cristales rotos se mezclaban con un revoltijo de cables y ramas.

Muchos cancunenses de los barrios pobres coincidieron en contar cómo pasaron dos noches de pie, con el agua hasta el muslo, en torno a las mesas en que dormían los niños. Ayer, las familias se reencontraban con alborozo en medio de plazas y calles inundadas. Los turistas que pasaron tres días encerrados en los auditorios acorazados de los grandes hoteles de Playa del Carmen, entre ellos más de 3.000 españoles que el ministerio de Exteriores decía tener "bajo control", estiraron las piernas.

Mientras el Ejército preparaba puentes aéreos con ayuda desde la ciudad de México y las capitales de Tabasco y Chiapas, la Armada llevó a Cancún las primeras ayudas. El presidente, Vicente Fox, vino a recalcar que, aunque proteja también a los turistas y visitantes, el Gobierno atiende primero a los mexicanos. "Que no se confunda nadie, la prioridad y el trato privilegiado, especial, lo hacemos con nuestra gente".