La actitud cerril de la Casa Blanca frente al cambio climático volvió a estar ayer en el centro de todas la miradas de la cumbre de Montreal. Mientras la Administración de George Bush se negó a entrar en cualquier tipo de diálogo, la UE y los anfitriones canadienses les instaron a hacer frente a sus responsabilidades ante el mundo. En el plano más simbólico, los esquimales canadienses anunciaron la interposición de una demanda ante la comisión de derechos humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La queja se presentó el mismo día en que los representantes de Bush anunciaron su rechazo a la propuesta de mínimos para el periodo posterior al 2012, el pos-Kioto, que ahora mismo está encima de la mesa de la cumbre.

Uno de los argumentos que están utilizando estos días los representantes de EEUU es que Kioto apenas importa porque países firmantes como España y Canadá han aumentado más que ellos sus emisiones. La ministra Cristina Narbona, que se estrenó en la cumbre, reconoció que las cosas se han hecho mal. Y lo atribuyó a que "los anteriores gobiernos, tanto los del PP como los socialistas", no se tomaron en serio la cuestión.