No me emborracho, sino que me curo. Este dicho ruso explica la percepción del vodka, derivado de la palabra voda (agua), como un remedio universal, sea para combatir un resfriado o bien el duro y deprimente clima de invierno. Cuanto más baja la temperatura, más fuertes son las bebidas.

La ola polar, con temperaturas de hasta -57° en Siberia y -37° en la parte europea de Rusia, ha abocado a los rusos a la bebida nacional como último recurso. El consumo del vodka se ha disparado en los últimos días, según los vendedores. "La demanda es incluso superior a la que hemos tenido en época de fiestas y comienza a faltar el vodka", aseguró un portavoz de la marca rusa Kristal.

Para los que trabajan en la calle, unos tragos de este aguardiente son una verdadera salvación. "Mi método es muy fácil: una sopa caliente y grasa con un buen vaso del vodka como aperitivo", confesó Anatoli, de 56 años, que vende matrioshkas (muñecas de madera rusas) al aire libre en Moscú.

Según Anatoli, lo importante es saber controlar la dosis: "Si te emborrachas de verdad, pasas aún más frío y no se sabe si llegarás a casa". De los 30 víctimas fallecidos por hipotermia en las calles de Moscú desde la llegada de la ola polar, hace una semana, casi la mitad estaban alcoholizados. En todo el Báltico han muerto 45 personas.

Pero no sólo hombres y mujeres intentan calentarse con una copa de alcohol en Rusia. Para animar a los animales, en muchos zoológicos y circos, los domadores aplican el mismo método. Según la prensa, los domadores de elefantes de un circo de gira en Yaroslavl, al norte de Moscú, dan vodka a sus paquidermos para protegerles del frío. "Habitualmente, hacemos un cóctel disolviendo una botella de vodka de medio litro en un cubo de agua", explicó el domador Andrei Kornilov.

En un zoo privado de Nizhni Novgorod los propietarios sirven el vodka a ciervos, jabalís y camellos cuyas jaulas están al aire libre a -34°. En Lipetsk, el personal del zoo municipal ofrece a los macacos un poco de vino dulce cada día.

Sin embargo, la portavoz del zoo de Moscú, Natalia Istratova, calificó esas prácticas de "inhumanas y bárbaras". Insistió en que el alcohol no ayuda a los animales a resistir el frío.

Según Istratova, el alcohol tiene un efecto negativo en los organismos expuestos a bajas temperaturas.