La vida de Natascha Kampusch es psicología en estado puro y pocos especialistas se resisten a emitir su opinión. Cada uno tiene la suya. Eso sí, todos los diagnósticos hay que cogerlos con pinzas porque la paciente está demasiado lejos.

Para Paulino Castells, psiquiatra, Wolfgang Priklopil quiso ser un "moderno pigmalión". El secuestrador "vio a un ángel rubio y con los ojos azules y le quiso preservar de los males del mundo". Entre ambos se estableció una relación de poder y sumisión, pero tanto él como ella "intercambiaban los papeles". Natascha se ha mostrado ante los medios como una chica madura. "¿Tan mal lo pasó con él? Quizá no", destacó el psiquiatra. "Todos recordamos la imagen de Ortega Lara", concluyó.

Ella está demostrando que es "inteligente". Ha sido más fuerte psicológicamente que él. Primero, establecieron una relación "en la que él dominaba". Después, la joven condujo la situación hacia la "estabilidad". "La capacidad de adaptación es abismal. La gente sobrevive a los campos de concentración", afirma Pedro Rodríguez, psicólogo.

Nora Rodríguez, pedagoga, dice que el secuestrador le impuso un chantaje "emocional" a Natascha: "Te quiero pero tienes que hacer lo que yo te diga". Ella se sintió "el centro del universo de él", pero se dio cuenta de que "quería salir".

¿Cómo pudo Natascha resistir tanto tiempo? Según la psicoterapeuta Begoña Olabarría, "la capacidad de aguante de las personas es increíble. Nos agarramos a lo que sea con tal de vivir", afirmó Rodríguez. Y puso un ejemplo: "Los africanos que se meten en un cayuco solo tienen por delante agua salada". En su opinión, la joven no tiene síndrome de Estocolmo, sino que se aferró a él para "protegerse y subsistir".

Para el psicólogo Fernando Chacón, la Natascha que ha aparecido en los medios de comunicación es "un personaje que se ha inventado ella misma porque no puede asumir lo que le ocurrió". En su opinión, ella "se siente culpable". La joven, para subsistir, "recurrió a la fantasía para sustituir el secuestro por una relación afectiva".

Montse Ferraro, psicóloga y psicoterapeuta, afirma que la imagen que está dando --una mujer "fuerte, valiente e íntegra"-- es "el espejo que ella necesita de sí misma". El trabajo psicológico que le queda es el de "descubrir que ella ha sido víctima de su secuestrador y de sus propios sentimientos".