Dice la Dirección General de Tráfico (DGT) que este caso no es nada inusual: una de las 200.000 autocaravanas --esos vehículos acondicionados como vivienda tan populares en el norte de Europa-- que cada año visitan España, entra por La Jonquera y circula por la AP-7 a la misma velocidad que ha circulado por Francia, solo que aquí los kilómetros por hora permitidos son 40 menos que allí, así que el conductor, que no tiene por qué saberlo, recibe una multa.

Después llega la segunda sanción: el autocaravanista entra en una localidad, cualquier localidad, y aparca en sus calles, como ha hecho antes en las poblaciones del país vecino. Pero, de nuevo, España es diferente: no se pueden estacionar estos vehículos en la vía pública. Al conductor, que probablemente ya se sienta víctima de una caza de brujas, le ponen otra multa. "Esta es una situación discriminatoria y hay que cambiarla --dijo el director de Tráfico, Pere Navarro--. Vamos a abrir el melón".

El aspecto básico de esa apertura frutal se centra en algo atípico, algo que va en contra de la tendencia sobre la regulación viaria: elevar la velocidad máxima permitida en España. En el año 2003, el Gobierno del PP equiparó las autocaravanas a los camiones y prescribió que ambos vehículos no podían circular a más de 90 kilómetros por hora en autopistas y las autovías.

ABRIR EL DEBATE La DGT y las asociaciones de este colectivo plantean dos críticas a la normativa. Por un lado, argumentan que está "anticuada", dadas las actuales prestaciones de estos vehículos. Por otro, sostienen que la regulación española es mucho más restrictiva que la de otros países de Europa, donde se permite que las autocaravanas puedan circular a 130 kilómetros por hora (Dinamarca), 120 (Portugal) o 112 (Gran Bretaña).

Por ambos motivos, Tráfico --que, de momento, solo quiere "abrir el debate" cara a reformar la normativa en la próxima legislatura-- aboga por elevar la velocidad máxima a 100 kilómetros por hora en autopistas y autovías. Eso como mínimo, porque la DGT tampoco descarta equiparar estos vehículos a los turismos (120 kilómetros por hora), al igual que ocurre en la mayor parte de una Europa en la que las casas rodantes forman parte del típico paisaje viario. Solo hay que asomarse a Alemania (445.000 autocaravanas) e Italia (156.000), muy por encima de los entre 30.000 y 40.000 de estos vehículos que hay en España, donde, cada vez es más común subirse a uno y convertirlo en segunda residencia nómada.

TRÁNSITO PROHIBIDO Sobre todo, según dicen la DGT y las asociaciones de autocaravanistas, en Cataluña, autonomía en la que hay poblaciones que ni siquiera dejan transitar por sus calles a estos vehículos. "A la entrada de Cadaqués hay una placa que informa de que las autocaravanas están prohibidas --cuenta la vicepresidenta de la asociación de autocaravanistas La PACA, Ángeles Butragueño--. Es ilegal, pero ahí sigue el letrero". Y aquí es donde surge la segunda piedra de toque de la reforma de la DGT: permitir que estos vehículos, cuando pesen menos de 3.500 kilos, aparquen en el mismo sitio que los turismos.