Aunque en dosis no dañinas y sin alcanzar su dimensión, el nuevo AVE Barcelona-Madrid reprodujo ayer la terna de incidencias que durante el último año y medio han esculpido la pésima fama de Cercanías: averías, retrasos y desinformación. La mayoría se debió a la falta de rodaje disculpada por un portavoz de Renfe con esta gráfica comparación: "Poner en marcha el AVE no es como arrancar una lavadora".

Primer caso: el convoy que salió ayer a las siete de la mañana de la estación de Sants sufrió dos inesperadas paradas a mitad de camino. La primera fue pasados 27 minutos de viaje. Se apagaron las luces, los indicadores de velocidad, los monitores de televisión y el tren se detuvo. Desconcierto general. Siete minutos más tarde arrancó de nuevo pero, tras dejar atrás Zaragoza, se repitió la avería. Nada grave, pero los pasajeros llegaron a Madrid 12 minutos después de la hora prevista. Para Renfe no se trata técnicamente de un retraso, pues solo retorna la mitad del precio del billete a partir del cuarto de hora de más.

Segundo caso: las máquinas de validación automática de los billetes de puente AVE de la estación de Sants no lograron a primera hora de la tarde cumplir su función, es decir, entregar a un pasajero que ha pagado por el tíquet más caro (207 euros solo ida en clase preferente) una tarjeta de embarque con la que acceder al andén. La máquina remitía a la taquilla convencional, pero, he aquí la sorpresa, tampoco allí era factible. Nadie sabía cómo validar el billete. "Este sistema es muy nuevo", se excusaba un responsable. El viajero portador de un billete que se supone le da una preferencia absoluta hubiera perdido el tren pese a haber llegado con media hora de antelación de no mediar una llamada de este diario al gabinete de comunicación de Renfe. Se montó en el último minuto.

DESINFORMACIÓN El tercer caso, la desinformación, está estrechamente vinculado con el segundo. ¿Por qué no funcionaban las máquinas de validación? La primera respuesta del empleado más cercano fue que quizá la razón era que el convoy ya iba lleno. No era así, pero además el billete puente AVE se supone que permite embarcar siempre en el primer tren. La desinformación, o peor todavía, los mensajes contradictorios cuando no incompatibles, han sido durante la larga etapa de las averías de Cercanías casi tan irritantes como los retrasos.