La seguridad de alimentos y productos en general no es suficiente. El Instituto Nacional de Consumo (INC) anunció ayer que reforzará también la vigilancia en el etiquetado para velar por la salud espiritual de los consumidores y garantizar que ningún fiel ofenda a su Dios al consumir alimentos prohibidos o ver burladas sus convicciones dietéticas o conservacionistas. Una norma, decreto o similar sin perfilar totalmente afinará el control de los etiquetados en España.

"Los musulmanes pueden comer paté tranquilos porque siempre sabrán a través de su etiquetado si contiene cerdo", puso como ejemplo Ángeles Heras, directora general de Consumo. El departamento de Bernat Soria parte de que todos los productos (alimentos, prendas de vestir u otros) tienen su cláusula de objeción de conciencia. Sus componentes deben figurar claros en el etiquetado, para que los consumidores elijan si los compran en función de sus convicciones éticas, religiosas o personales.

Y es que no es lo mismo ser musulmán, judío, ecologista o vegetariano a la hora de acudir al mercado o a la tienda. Así, las personas que profesen la religión mahometana pueden averiguar a través del etiquetado si un alimento es halal, es decir, está permitido por el Corán porque no presenta ingredientes o sustancias provenientes de animales prohibidos por la normativa islámica, como el cerdo. Y si contiene algún derivado, la identificación debe decirlo claro.

La comunidad judía, con una información fidedigna, puede limitarse a consumir alimentos procedentes de la carne de cuadrúpedos, si son rumiantes y tienen la pezuña hundida. O de pescados que tengan a la vez aletas y escamas, como ordena la Torá. Y abstenerse de consumir cerdo, caballo, conejo y liebre, o pescados como rape y anguila.

Como su religión prohíbe tomar productos lácteos con carne, los judíos también pueden rechazar el consumo de quesos elaborados con cuajo animal a través de la información en la etiqueta. Casos similares se dan con hindús y sijs, cuyas creencias les vetan la carne de vacuno, y el de los hare krishnas, que tienen prohibido el vinagre. Los católicos, según Heras, no tienen alimentos prohibidos. Los más fieles se abstienen de la carne en Cuaresma y Semana Santa.

MACROBIÓTICOS En la elección de los alimentos pueden darse opciones personales (vegetarianos o macrobióticos) y por limitaciones metabólicas (celiacos, alérgicos al gluten). Pero también éticas, por ejemplo los que objetan productos transgénicos o de ciertos animales. El etiquetado debe permitir conocer si una prenda de vestir o un calzado tiene fibras animales.