Hace siglos, la colina de Malabar, de apenas 50 metros de altura, servía de mirador para avisar a la gente del pueblo de Bombay de la llegada de piratas. Ahora, Malabar Hill, situado en el sur de aquella ciudad india de 13 millones de habitantes, es el barrio de los ricos y los pijos, de actores de Bolly wood y de empresarios famosos, de gente con poder. Allí es donde, por supuesto, quería vivir también Mukesh Ambani, según la revista Forbes el quinto hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada en 27.600 millones de euros. Unos 640 millones de esos se los gastará en su casa, la residencia más cara del mundo.

Ambani compró hace ocho años un terreno de 4.500 metros cuadrados en Altamount Road. Demasiado pequeño como para construir la residencia soñada y, además, rodeado de edificios de cierta altura. Así que el hombre más rico de la India encargó al despacho de arquitectos de Chicago Perkins+Will un rascacielos de 173 metros desde cuyo penthouse, un ático con enormes ventanales, tendrá vistas magníficas sobre el mar Arábigo. Será ese imponente ático la última de las solo 27 plantas que compondrán el edificio. Que la torre, que se llamará Antilia --como la isla desaparecida en el Atlántico-- sea tan alta es porque cada piso tiene como mínimo 3,5 metros de altura y algunos, como el gimnasio, el cine y el ático, unos cuantos metros más.

Mukesh Ambani, de 51 años, se convirtió en multimillonario cuando, en el 2002, murió su padre, Dhirubhai Ambani, quien a partir de una gasolinera construyó una multinacional petrolífera. La muerte del progenitor agravó el desencuentro entre Mukesh y su único hermano, Anil, y ambos se repartieron el imperio Reliance. Anil es la sexta fortuna del mundo. Pese a las desavenencias, ambas familias siguen viviendo en el mismo edificio en Bombay, hasta que Mukesh, su mujer Nita y sus tres hijos se muden a la torre Antilia, a principios del próximo año.

Es Nita quien ha supervisado el interiorismo del edificio, que sale tan caro porque para cada planta ha encargado un diseño diferente a Hirsch Bedner Associates, responsables del Hotel Mandarin Oriental de Nueva York, donde Nita quedó prendada por el interior. Así será también Antilia, cuyos principios de diseño se inspirarán en el Vaastu, una especie de Feng Shui hindú que explica de manera clara cómo orientar cada una de las habitaciones de una casa para tener buena suerte.

También por fuera los Ambani quieren dotar a su residencia de un aspecto único, y no solo por esas seis plantas de párking para 168 coches y el helipuerto para tres helicópteros. Los arquitectos se basan en la arquitectura verde, con un edificio que aprovecha el sol, el viento y el reciclaje para consumir menos energía, y unos jardines colgantes para suavizar el impacto visual.