El nombre de Patrick Demarchelier no es tan conocido como el de su colega fotógrafo Mario Testino. Sin embargo, ante su objetivo han posado desde actores como Robert de Niro, Meg Ryan, Scarlett Johansson, Nicole Kidman y Julia Roberts hasta jefes de Estado como Bill Clinton y Ronald Reagan. La lista de celebridades incluye, además, un amplio catálogo de cantantes, entre ellos, Madonna y Lenny Kravitz, y anónimas modelos que han quedado inmortalizadas en portadas de revistas como Harper´s Bazaar y Vogue y, entre el 2005 y el 2008, en el exclusivo calendario de Pirelli.

NATURALIDAD Cuando la fotografía se asocia con la moda acostumbra a dar resultados vistosos que, cada vez más, acaban expuestos en las salas de los museos y centros de arte. Este es el caso de Demarchelier (París, 1943), cuya obra es, desde ayer, objeto de una exposición retrospectiva en el museo de bellas artes Petit Palais de París, que trata de consolidar la moda como una disciplina artística a través del diálogo entre los retratos, en los que el objetivo ha ido siempre en busca de la naturalidad y el optimismo que el estatus hollywoodiense tiende a disfrazar de frivolidad, y las piezas más tradicionales que posee el centro.

Demarchelier, que tras una invitación de la princesa Diana para una sesión acabó convirtiéndose en su amigo y privilegiado retratista de cabecera y, por extensión, en el primer fotógrafo oficial no británico de la reina de Inglaterra y su familia, verá ahora sus fotografías en blanco y negro de ricos y famosos enfrentadas a la concepción más ortodoxa del arte. La muestra desvela así sorprendentes oposiciones, como por ejemplo una provocadora Madonna, junto a una vasija de Grecia.