Ayer se celebraron, en la iglesia parroquial de San Vicente Ferrer, las exequias fúnebres de Toni Gascó, ese gran personaje castellonero de la música y del teatro, cuya vida de 89 años ha discurrido tan ligada a muchos de nosotros. Su único hijo, el Cronista Oficial de la Ciudad, Antonio Gascó Sidro, no pudo asistir al acto religioso por encontrarse indispuesto. Sí lo hizo Teresa, su viuda, Marisa, esposa de Antonio José, y sus hijos Helena, la concejal Beatriz y Toni. También el hermano del difunto, Carlos. Con todos ellos, un gran número de compañeros que lo fueron del Puerto de Castellón, donde el finado ejerció de secretario general, amigos y gentes que, como yo, nos encontramos en el camino del teatro y de la música con Tonico.

Desde muy joven, su voz ya destacaba como solista en aquella Schola Cantorum de los sacerdotes mossén Escoín y mossén Royo. Por herencia familiar, gustó de cumplir su vocación teatral incorporándose a aquellos grupos teatrales de la posguerra, la Peña Teatral y la Compañía Lírica del Maestro Bretón, siendo intérprete destacado de tantísimas obras y de modo especial de las zarzuelas, alternado con todos aquellos intérpretes de Castellón que vistieron de fiesta y de arte los escenarios castellonenses y donde conoció a Pilar Sidro, su primera esposa. Cuando yo me incorporé, años más tarde, al hecho teatral en la cochera del Palacio del Obispo, ya fue llamado Antonio Gascó para dirigirnos en aquellos hermosos años del Salón San Pablo, que inauguramos, y que nos permitió después pasar al Teatro Principal, donde Tonico nos ofreció una actuación memorable del Cardenal Cisneros, según la obra de Pemán.

A todos nos transmitió su amor al teatro y, sobre todo, su sentido de la amistad y de la compañía, que ahora hemos perdido. Queda el eco de su carácter que, como en una casa sin cortinas, todo podía contemplarse y todo nos parecía tan natural y tan sincero. Rezaremos por él, con el deseo de que descanse en paz.

S. Bellés