La ciudad alemana de Bonn vivió ayer el inicio de una nueva etapa, más prometedora, en la lucha contra el cambio climático. La Administración del presidente norteamericano Barack Obama compareció por vez primera ante la cumbre de la ONU que negocia el acuerdo que debe sustituir al protocolo de Kioto a partir del 2012. Su delegado especial contra el calentamiento global, Todd Stern, comprometió todas sus "fuerzas" y "el entusiasmo" de su país en el objetivo de alcanzar el ansiado "acuerdo global". Atrás quedaron años y años de cumbres empantanadas por la resistencia de George Bush a alcanzar cualquier tipo de acuerdo efectivo.

Stern fue el encargado de negociar el protocolo de Kioto en representación del expresidente Bill Clinton y el entonces vicepresidente Al Gore. Pero el tiempo se le acabó y al llegar al despacho oval, Bush se negó a ratificar el acuerdo alcanzado con el resto de países desarrollados. Ocho años después, en su nueva oportunidad, Stern no defraudó las expectativas que ha puesto en él todo el mundo.

LAS INTENCIONES Sin entrar en compromisos concretos, Stern destacó el giro dado por la Casa Blanca en el enfoque de la lucha contra el cambio climático y aseguró que EEUU "se incorpora a la mesa de negociación por el clima con toda la energía y la voluntad de compromiso". Toda una declaración de intenciones.

En una cosa entroncó con la Administración Bush. Dijo que sin el compromiso de los grandes países en desarrollo --China, India, Brasil--, responsables de un volumen creciente de emisiones, no será posible el acuerdo. "No podemos cabalgar solos el caballo blanco y arreglarlo todo", advirtió. Esta fue la excusa de Bush para no firmar Kioto. Pero la situación ha cambiado desde entonces. Lo que eran economías emergentes son ya motores económicos de primer nivel con enorme potencial. Por eso, la Unión Europea les exige hoy también que se incorporen al grupo de estados que aceptan un techo para sus emisiones.