Tras cerca de un año con el freno pisado, en parte por indicación vaticana, el presidente de los obispos, Antonio María Rouco Varela, desempolvó ayer su tono más beligerante contra el Gobierno socialista, como aquel 30 de diciembre del 2007, en el que la jerarquía católica se concentró en Madrid y acusó a José Luis Rodrí- guez Zapatero de conducir hacia la "disolución de la democracia". Entonces eran las bodas gais y hoy es la reforma de la ley del aborto, pero el lenguaje rezuma idénticas constantes apocalípticas. Según Rouco, una norma como la planteada por el Ejecutivo, por la que las mujeres --al igual que en los sistemas democráticos más consolidados de Europa-- podrán interrumpir su embarazo antes de determinado plazo, "reducirá la democracia" hasta el punto de convertirla en una "palabra vacía".

Durante la inauguración de la 93ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), en la que se elegirá a un nuevo miembro del comité ejecutivo y al presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe --el viejo y temido Santo Oficio de la Inquisición--, el cardenal y arzobispo de Madrid dijo: "No faltan quienes parecen querer reducir la democracia a un mecanismo empírico de regulaciones de intereses. En una situación así, la democracia se convierte en una palabra vacía. No es verdad que la democracia pueda funcionar como juego de mayorías y minorías con independencia de su sustrato ético. Cuando la crisis de la conciencia en la sociedad afecta a un bien tan decisivo como la vida humana, no es de extrañar que la crisis moral se extienda a otros aspectos de la existencia de las personas y las sociedades".

OBJECIÓN Rouco, tras dedicar un tercio de su intervención al aborto, pasó a hablar de la coyuntura económica --"difícilmente se remontará esta crisis sin una conversión personal y social", dijo-- y de Educación para la Ciudadanía. El Tribunal Supremo ha negado a los padres el derecho a objetar a esta asignatura, pero para el cardenal nada ha cambiado: Ciudadanía, dijo, supone "cegar las fuentes" morales de los ciudadanos.

¿Son estas palabras ejemplos de prácticas políticas? No para Rouco. "Predicar el Evangelio de la vida no es hacer política en el sentido estricto", argumentó.