Las aves que colonizan las ciudades tienen un cerebro más grande en relación con sus tamaños corporales que las que viven fuera de entornos urbanos, según un trabajo divulgado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De acuerdo con la investigación, publicada en la revista Biology Letters, el cerebro de las especies asociadas a núcleos urbanos, como el carbonero común (Parus major) y la urraca (Pica pica), es un 20% más grande que el de aquellas que permanecen alejadas de ellos, como la oropéndola (Oriolus oriolus). "Las ciudades son ambientes novedosos y complejos para la fauna, por lo que resultan un reto para ella", afirma uno de los autores del trabajo, el investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana Alejandro González. La comparación se ha realizado con datos de 82 especies del grupo más numeroso de aves: las paseriformes. Este grupo se caracteriza por su pequeño tamaño, por formar nidos y por cuidar de sus crías, que nacen con niveles muy bajos de desarrollo. "Son la mayoría de las aves que se ven en las ciudades y, la mayor parte de ellas pueden ser denominadas cantoras", añade González en un comunicado. Las variedades analizadas pertenecen al entorno urbano y los alrededores de 12 ciudades representativas de Francia y Suiza. De ellas, 38 son capaces de criar en el núcleo urbano, mientras que las otras 44 tienen presencia en un área de casi 2.600 kilómetros cuadrados alrededor, pero no registran asentamientos en el centro de la ciudad. Del mismo modo que algunos ambientes impiden la vida en ellos a diferentes especies debido a ciertas características como la salinidad y la temperatura, los entornos urbanos suponen ciertos retos que no todas las aves son capaces de superar. La estructura antropogénica de las poblaciones modifican factores como la disponibilidad y variedad de recursos alimenticios, los espacios para la nidificación, y los patrones de iluminación y ruido. No todas las aves poseen la habilidad de adaptarse a estas nuevas condiciones, por lo que el estudio sugiere que "aquellas con un mayor nivel de innovación, asociado a un mayor tamaño cerebral relativo, serán las más capaces de enfrentarse a estos retos ambientales". De este modo, las ciudades actuarían como filtro ecológico, ya que sus características impiden el acceso a ciertas especies. "Las ciudades son los entornos que más están creciendo hoy, lo que en el futuro podría ser una amenaza para la biodiversidad aviar, que vería reducida la extensión de sus hábitats", añade. Aunque aún es necesario comprobar si el patrón hallado por el equipo se repite en otros países, "la creciente urbanización podría presentar un reto importante" para algunas aves, concluye el investigador de Doñana. El estudio ha contado con la participación de la Universidad de Uppsala (Suecia).