Sobrio, con la melena al aire y vestido con una simplicidad poco habitual en el modisto, John Galliano compareció ayer tarde ante el Tribunal Correccional de París para ser juzgado por insultos racistas, escándalo que el pasado mes de febrero le costó el puesto de director artístico de Dior. Expresándose en inglés, con una voz débil y actitud humilde, el diseñador que durante 15 años fue la estrella de la prestigiosa firma, asegura no acordarse "de nada". Adujo estar bajo los efectos de una triple adicción al alcohol, los ansiolíticos y el valium cuando, según sus denunciantes, les deseó que fueran gaseados y proclamó su amor por Adolfo Hitler en la terraza de un bistrot del Marais, histórico barrio de los judíos de París.

IMPROPERIOS "La gente como tú estaría muerta. Vuestras madres, vuestros antepasados estarían todos jodidamente gaseados", les increpó un Galliano visiblemente ebrio, solitario parroquiano habitual de La Perle, establecimiento situado a dos pasos de su vivienda. Los clientes llamaron a la policía, que detuvo al modisto británico, nacido hace 50 años en Gibraltar. Inicialmente negó en redondo las acusaciones, pero la aparición de un vídeo en el que se puede ver al diseñador en la misma terraza profiriendo similares insultos, le obligó a rectificar su declaración y a pedir disculpas antes de ingresar en una clínica de desintoxicación de Estados Unidos.

La fiscalía de París le consideró responsable de "injurias públicas contra particulares por su orígen, pertenencia o no a una religión raza o etnia, proferidas contra tres víctimas indentificadas", un delito que puede ser penado con hasta seis meses de prisión y una multa de 22.500 euros. No hizo falta la difusión de la cinta por internet para que la casa Dior le despidiera de manera fulminante. El director general de la marca, Sidney Toledano, de orígen judío, se mostró inflexible y condenó "con la mayor firmeza" una actitud que consideró "en contradicción total con los valores esenciales" de la casa Dior. A pesar de que el escándalo se produjo pocos días antes de iniciarse la semana de la moda de París, la firma no podía poner en peligro su reputación. La actriz Natalie Portman, imagen de la firma y también de orígen judío, se declaró "asqueada" por los insultos proferidos y advirtió de que no quería estar relacionada con el diseñador.

El desfile de la colección para la próxima temporada de invierno se llevó a cabo sin la presencia del creador de los modelos, que además perdió su propia marca, de la que el grupo de lujo LVMH, al que pertenece Dior, poseía el 85% de las acciones.

LA PÉRDIDA DEL COMPAÑERO El Galliano que se presentó ayer ante la justicia no tenía nada que ver con el excéntrico y provocativo rey de la alta costura parisina. Se disculpó ante sus denunciantes, a los que explicó que su adicción se acentuó a raíz de la muerte de su compañero y mano derecha, Steven Robinson , pérdida de la que no pudo hacer el duelo por encontrarse "desbordado" de trabajo. Un circulo vicioso que le llevó al precipicio.

El abogado de Galliano, Aurélien Hamelle, presentó a su cliente como un hombre enfermo, cuyas dependencias le llevaron a perder "el control". "No se dice lo que se piensa, se dicen cosas que no se quieren decir, se producen delirios, alucinaciones", relató el abogado.

Estos argumentos no convencieron totalmente a la acusación. "Las adicciones son una explicación, pero no una excusa", sentenció el abogado de los denunciantes, Yves Beddouk. La última palabra la tendrá el juez, cuyo dictamen se espera en las próximas semanas.