Después de que estallaran los rumores de crisis entre el príncipe Alberto y Charlene Wittstock (el semanario L´Express desveló que la nadadora habría intentado fugarse tras un desagradable descubrimiento sobre la vida privada de su futuro esposo), el principado vive bajo tensión los últimos preparativos de la boda. En vísperas del enlace (mañana por lo civil y el sábado ante el altar), el palacio monegasco intentó despejar los nubarrones asegurando que "todo va bien".

El abogado de Alberto II, Thierry Lacoste, sostiene que se trata de una operación para "perjudicar la imagen del soberano". Para tranquilizar a sus súbditos, el príncipe, de 53 años, y Charlene, de 33, hicieron una visita sorpresa al lugar donde se celebrará el concierto de Jean Michel Jarre. Sus rostros, sin embargo, no irradiaban la felicidad que exhiben en las entrevistas, como la que publica ¡Hola! esta semana. Aunque alguna frase puede sonar premonitoria. "No espero que sea un camino de rosas, tendré mis momentos buenos y malos", declara la nadadora en la publicación.