Los padres de Omar, de origen marroquí, están en el paro. El chico, de 15 años, nació en España. Tiene una hermana que espera su segundo hijo y se ha puesto en más de un problema. La situación que viven es “muy precaria”. Cuando acabe la ESO, Omar buscará un trabajo porque no tiene dinero para continuar los estudios y tiene que sustentar a la familia.

La crisis se ceba especialmente con el colectivo más frágil: los niños. Uno de cada cuatro españoles menores de 16 años (el 24,5%) vive bajo el umbral de la pobreza, un porcentaje que crece ligeramente respecto del año anterior (23,3%). Si solo se tiene en cuenta a los hijos de padres inmigrantes, la tasa se dispara hasta el 34%, según un informe de Unicef y la Fundació Pere Tarrés.

No se trata de pobres de extrema necesidad, pero no pueden satisfacer sus necesidades básicas porque sus familias perciben menos del 60% de la media de ingresos estatal. Los menores son golpeados por la crisis con más fuerza que los adultos: uno de cada cinco ciudadanos es pobre.

Pero quien más caro lo pagan son las familias numerosas y las monoparentales. El informe Abriendo ventanas: infancia, adolescencia y familias inmigradas apunta que el 44,4% de los hogares españoles con más de tres hijos están por debajo del baremo de la pobreza. El principal problema es que uno o ambos progenitores se queden sin empleo. En los hogares monoparentales, hay más riesgo de pobreza cuando la madre sustenta la unidad familiar.

Las cifras de pobreza infantil extrema (cuando cada miembro de la familia vive con menos de un euro al día) alcanzan el 15,6% entre los menores de familia inmigrante, una tasa que se reduce al 6% para los españoles. H