En el horno de casa, cacerolas, planchas, frenos y embragues de coches, conductos del agua o tejados. El amianto es un producto que, debido a sus excelentes cualidades aislantes o mecánicas y su bajo coste, inundó la vida cotidiana en los 60 con hasta 3.600 usos. Pero tenía sus inconvenientes. Fácilmente las fibras microscópicas de su famoso polvo blanco se inhalan y alojan en los pulmones produciendo asbestosis o cánceres de pleura, pulmón y peritoneo. España vetó su uso en el 2002, pero estas enfermedades tardan décadas en aparecer.

El resultado, según la OMS, son 1.100 muertes anuales (2 de cada 10 en el mundo) y la UE calcula que hasta el 2030 morirán 50.000 españoles. “Lo peor está por venir”, asegura Daniel Ángel Cárcoba, experto en salud laboral y expresidente del grupo de trabajo de amianto de la Comisión Europea. “El problema es lo importado anteriormente, más de 2,6 millones de toneladas solo entre 1900 y el 2000”, explica Miguel Ángel Daniel, médico.

Por cada 130 toneladas de amianto importadas aparece un mesotelioma, el más maligno de estos tumores, ha calculado Santiago Coca, jefe del servicio de anatomía patológica del Hospital Gómez Ulla de Madrid.

Cárcoba predice, manejando datos oficiales, que los 1.100 trabajadores muertos en el 2010, en sectores tan variados como carpinteros, albañiles, plomistas, fontaneros y la industria naval y ferroviaria, irán aumentando “hasta alcanzar su pico en el quinquenio 2020-25”. El cálculo no entra en que, pese a los planes de retirada del amianto, el mineral sigue presente en hospitales, universidades, cines o estudios de televisión. Según Daniel, en las grandes empresas se hace una retirada controlada pero no en las pequeñas, ya que es un proceso caro. En viviendas hay un problema de información y “a veces, no se retira la uralita, por ejemplo, con las precauciones debidas”.

Para expertos, juristas, sindicatos y afectados, la situación en España tiene un problema añadido. “Al no generar síntomas claros en la medicina convencional no se considera enfermedad de trabajo y, salvo algunas sentencias, no hay compensaciones”, explica Román Oria, jefe de uno de los bufetes de abogados que ha presentado sin mucho éxito decenas de denuncias en toda España.

FONDO ESTATAL // En otros países de la UE existen fondos estatales de “compensación física, moral y económica” dotados, como en Francia, con 37.000 millones de euros, para indemnizar incluso a individuos que vivieron cerca de una fábrica. Esta es una de las principales reivindicaciones de los afectados junto la creación de un registro nacional de tumores por amianto y un seguimiento médico de los casos.

“Mi marido trabajaba en la azucarera y, al acabar la campaña, reparaban las turbinas. Un día notó que no respiraba bien, que le faltaba aire. Tras meses de un médico a otro, con 58 años, muerto”, contó María José Sánchez, una de las siete mujeres, que han demandado a la azucarera Ebro de Toro (Zamora) tras la muerte de parientes. “Mi hermano era soldador. Le diagnosticaron la enfermedad a raíz de la tartamudez que se inició cuando el cerebro empezó a sufrir daños. Tenía el cáncer tan extendido que a los cuatro meses, con 46 años, murió”, relata Carmen García. H