No corren buenos tiempos para el bailaor Joaquín Cortés. Últimamente su presencia en los medios tiene poco que ver con su arte, ya que se habla más de sus problemas judiciales que de su trabajo en los escenarios.

Si hace unos meses trascendió que Hacienda le había embargado por el impago de cerca de dos millones de euros de la Seguridad Social y el IRPF, ayer tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados junto a su hermana Mariana y su exapoderado Alfonso Durán, para responder por una supuesta apropiación indebida de 700.000 euros que unos inversores argentinos le habían entregado para abrir un local de flamenco en Madrid.

En este asunto, el artista tiene un punto a su favor: la fiscalía pidió su absolución, porque está convencida de que no estafó a los empresarios que lo acusan.

REPETICIÓN El juicio es una repetición de otro celebrado en el 2010. En aquella ocasión, Cortés fue condenado a un año de cárcel, al ser declarado culpable de quedarse con los 700.000 euros. Sin embargo, la sentencia fue anulada por un defecto de forma y la Audiencia de Madrid ordenó la repetición de la vista. Ayer, Cortés negó haber montado una sociedad con los argentinos y dijo: "Desconozco todo esto. Yo me he dedicado a bailar y a llevar mi danza por todo el mundo".

Aunque lo cierto es que el artista ha tenido que visitar los tribunales otras veces. Hace unos años tuvo una demanda de paternidad de su exayudante Katie Asumu. Cortés no quiso hacerse las pruebas de ADN y el juez le otorgó la paternidad, lo que le obliga a pasar una pensión para la manutención del niño.

Ahora ha sido desahuciado de su vivienda, al no poder pagar la hipoteca, y todos sus bienes inmuebles están embargados por su deuda con Hacienda. En los círculos periodísticos se comenta que está en la ruina.