L a decena de escalones que franquean el acceso al Palacio de la Justicia de Málaga se convertirán el próximo jueves en el peor de los paseíllos, y tal vez en el menos pensado a lo largo de su carrera. Llegó la hora de la verdad para Isabel Pantoja, que no solo deberá enfrentarse a un tribunal para defender la honorabilidad de sus ingresos durante la pasada década. También tendrá que volver a verse las caras con su expareja, el exalcalde de Marbella Julián Muñoz, y con Mayte Zaldívar, la expareja de este, que la vilipendió en los programas de televisión por ser "la otra". Como testigos de excepción, sus fans y decenas de periodistas y prensa del corazón deseosa de hincar el diente a los aspectos más escabrosos de uno de los asuntos de tribunales más jugosos de los últimos años.

En sus últimas apariciones, como el concierto de la pasada semana en Barcelona, la cantante ha dado muestras con su delgadez de que el escándalo empieza a pasarle factura también físicamente. Y no es para menos.

ACUSACIONES COINCIDENTES La fiscalía anticorrupción y el Ayuntamiento de Marbella, personado como acusación particular, coinciden en pedirle tres años y medio de cárcel por un delito de blanqueo de capitales --dinero procedente de las sospechosas actividades de su expareja al frente del consistorio-- y una multa de 3,7 millones de euros a la que haría frente con sus bienes. Mayte Zaldívar se enfrenta a otros tres años y medio, y a una sanción de 2,6 millones, mientras que para el exregidor solicitan la pena más alta del caso: siete años y medio de cárcel por los delitos de blanqueo y cohecho, y una multa de 7,5 millones por haber lavado otros 3,5. También están implicados dos banqueros, el excuñado del antiguo alcalde y otras cuatro personas que, supuestamente, intervinieron en algunas de las operaciones.

Como en cualquier otra vista, la cantante no tendrá que acudir todos los días, salvo al inicio y en aquellos en los que tenga que testificar. En principio, las sesiones serán abiertas al público, y pocos dudan de que serán numerosos los seguidores que tratarán de acceder a la sala para ver en directo cualquier gesto de Pantoja.

Aunque no ha querido que sus hijos la acompañen en el trance, la tonadillera no estará sola. La presidenta de uno de sus club de fans, Celeste, confirma que están preparando decenas de autobuses y caravanas de coches "con miles de seguidores" de toda España. La caída en desgracia de María Isabel Pantoja (Sevilla, 1956) comenzó cuando "se enamoró de quien no debía", según opinión de su hijo Kiko Rivera, refiriéndose a Julián Muñoz. En el 2002 la cantante fue la imagen de Marbella, donde se reencontró con un Muñoz convertido en alcalde gracias a la inhabilitación de Jesús Gil. Comenzó entonces un affaire que la esposa burlada, Mayte Zaldívar, desveló en televisión y que la pareja confirmó poco después en la romería del Rocío.

Una turbulenta moción de censura truncó la carrera política de Muñoz, que se puso en el punto de mira con el estallido de la operación Malaya contra la corrupción municipal y urbanística. Consiguió salvarse de la primera tanda de detenciones pese a que su exmujer no tuvo reparos en hablar de las "bolsas de basura" con billetes que entraban en casa. En julio de 2006, Isabel se desenamoró al tiempo que Julián era arrestado. Apenas le visitó en la cárcel.

Pero quedaba la mayor sorpresa. En mayo del 2007 era la artista quien llegaba detenida a los calabozos, que abandonó tras una intensa noche de sollozos y el desembolso de 90.000 euros de fianza para evitar la cárcel.

DOS MUJERES Y EL 'LAVADO' Anticorrupción asegura que Muñoz se enriqueció en el ayuntamiento y se valió primero de Mayte y luego de Isabel para lavar casi 3,5 millones. Pantoja insiste en que "nunca supo nada" y que se sintió "engañada", pero para el fiscal ambas mujeres "eran perfectamente conocedoras del origen de los fondos y bienes que recibieron de Muñoz, puesto que sabían cuánto ganaba y que estaba envuelto en procedimientos penales por delitos de corrupción. Un argumento que los jueces deberán considerar a partir del jueves.