El Papa ofreció a los periodistas que le acompañaban en el avión de vuelta de Brasil a Roma una verdadera rueda de prensa informal, de 80 minutos, en la que no esquivó ninguno de los temas que están sobre la mesa. Habló de los gais y del lobi homosexual vaticano, del banco pontificio, del papel de la mujer en la Iglesia, de los divorciados católicos e incluso de por qué durante los viajes carga personalmente con su bolsa. “Ustedes se la buscaron”, dijo a los informadores al final del encuentro.

A propósito de la existencia de un lobi homosexual interno en el Vaticano, el Papa dijo que “hay que distinguir entre ser gay y hacer lobi”. Subrayó que “si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?”. Explicó que el catecismo católico “enseña que las personas homosexuales no deben ser discriminadas, sino acogidas”, pero a renglón seguido reconvino al lobi gay del Vaticano. “El problema es hacer lobi”, lo que extendió también a los demás grupos de presión que operan en la cúpula católica: negocios, política y masonería.

Dos meses atrás, hablando con unos sacerdotes latinoamericanos, Francisco se refirió a la existencia del lobi gay en la Iglesia, lo que constituyó la primera revelación sobre ello. Sucesivamente, reportajes publicados en Italia describieron dicho grupo como una red interna cuyos miembros se ayudan a hacer carrera o, al revés, destruyen las carreras de clérigos competidores, y enumeraban también algunos lugares de Roma, entre ellos una sauna, donde se citarían. “De momento nadie me ha enseñado el carnet de socio del lobi”, agregó ayer el Papa.

VÍA CERRADA // Recordó que “la puerta está cerrada” para que las mujeres sean curas, porque Juan Pablo II “se pronunció de una manera definitiva”, y trató de dulcificar el cerrojazo diciendo: “María es más importante que los apóstoles-obispos, de manera que la mujer es más importante que los obispos y curas”. Aún así admitió: “Los católicos no hemos elaborado aún una teología de la mujer”.

Sobre la reforma del banco papal, dijo que está realizando lo que “los cardenales electores pidieron antes del cónclave”. Reconoció que habría querido esperar, pero que la dimisión del director general y el encarcelamiento de un monseñor acusado de corrupción le han obligado a adelantarla. Afirmó no saber “cómo terminará”, porque algunos le dicen “que sería mejor tener un banco, otros una fundación y otros que habría que cerrarlo”.

Francisco admitió que le gustaría poder caminar libremente por las calles de Roma. Dijo que se siente “un poco enjaulado”, aunque, agregó sin ofrecer detalles, “ahora la Gendarmería me deja hacer algo más”. H