Se afanan en marcar distancias con todo aquello que provenga del mundo de los adultos. Pero la impermeabilidad de la que presumen sufre filtraciones en los aspectos más insospechados. Uno de ellos es el de las relaciones afectivas. Apenas dan sus primeros pasos en el mundo del amor y la sexualidad, y se constata que no son tan diferentes de las miserias que marcan a las generaciones que les preceden. Pueden dar fe cuatro de cada cien adolescentes españolas, las que aseguran haber sido víctimas de agresiones físicas por parte de su pareja.

La cifra es más preocupante si cabe al constatar que quintuplica el dato registrado tres años atrás, en el anterior estudio del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad sobre la evolución de la adolescencia española en la igualdad y la prevención de la violencia sexista. Según datos de la Fiscalía General del Estado, las denuncias por violencia sexista entre menores pasaron de 473 el 2011 a 632 el año pasado.

Los autores del análisis apuntan a la precocidad como elemento clave para entender la reproducción de estas conductas inadecuadas: la edad media de la primera relación es a los 13,1 años, casi medio año antes que en el estudio del 2010, realizado a chicos de 12 a 16 años.

Este escaso bagaje vital tiene su reflejo en una acelerada forma de “quemar etapas” e incrementa el riesgo de maltrato, como denuncia la coordinadora del estudio, María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense.

Para invertir la tendencia al alza del estudio, los expertos coinciden en la necesidad de potenciar las tareas preventivas, aspecto en el que la educación es el factor prioritario. H