La acidificación de las aguas del Mediterráneo como consecuencia del aumento del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ya está afectando a la base de la cadena trófica y amenaza con disminuir la productividad pesquera y marisquera, reducir los beneficios del turismo y llenar el mar de medusas, entre otras consecuencias. Así lo subraya el programa MedSea, un estudio europeo que durante los últimos cuatro años ha analizado el problema. Según los resultados, la acidez ha aumentado el 60% desde los inicios de la revolución industrial y el 10% desde 1995, y ahora amenaza con incrementarse el 150% en el 2100 si sigue la evolución de las emisiones de CO2.

Los mares de todo el planeta se acidifican (disminuye el pH) cuando el agua entra en contacto con el CO2 presente en la atmósfera. De hecho, se considera que las temperaturas terrestres han aumentado menos de lo previsto en la última década porque parte de los excedentes de CO2 han sido absorbidos por los océanos. Pero esta capacidad de amortiguación “tiene un límite”, insiste la coordinadora de MedSea, Patrizia Ziveri, investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA) de la UAB, “Los cambios que observamos son tan rápidos que no tienen precedentes en los últimos milenios -afirma-. Y ello impedirá que los ecosistemas se adapten”.

La acidificación y el calentamiento del agua tienen un efecto directo en la producción de fitoplancton y zooplancton, microorganismos que son el primer peldaño de la cadena alimentaria para peces, moluscos y, para el hombre. En cambio, destaca Ziveri, las pruebas muestran que ambos factores parecen favorecer la proliferación de medusas. El cambio global que se está observando en el Mediterráneo también causa migraciones de especies de sur a norte y mayor mortandad. H