Su nombre es consumo problemático entre adolescentes. Su nombre humano es Raquel. O Carlos. Pues son ellos quienes han visto cómo el cannabis les ha arruinado la adolescencia. Y hay más nombres. Miles. En España, según el último estudio del Plan Nacional sobre Drogas, 83.000 adolescentes están en esta situación de riesgo, lo que ha llevado al delegado del Gobierno en esta materia, Francisco de Asís Babín, a sentenciar: “Tenemos un problema con el cannabis”.

Proyecto Hombre ha constatado cómo el consumo problemático de cannabis entre adolescentes empieza a adquirir categoría de epidemia. “El cannabis no para de crecer como sustancia principal de consumo entre los adolescentes”, señala Oriol Esculies, de Proyecto Hombre. La prueba es que, de los jóvenes que esta entidad ayuda a desintoxicarse, el 79% acuden por el consumo del cannabis. “Hace seis años, el porcentaje era casi la mitad”.

Este incremento está presente en las estadísticas de las oenegés y entidades y va ligado a la explosión del autocultivo, que se ha disparado. “Tenemos la marihuana más barata de toda Europa”, lamenta el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Según esta entidad, el porcentaje de consumidores entre jóvenes de 14 a 18 años no para de crecer. Así, de cada 100 jóvenes que el último año fumaron marihuana, 16 son consumidores de riesgo: adictos. Son jóvenes que fuman cannabis antes del mediodía, lo hacen solos y tienen problemas de memoria.

Raquel y Carlos eran de esos. A la joven, que tiene 16 años, el cannabis le apagó esa sonrisa deslumbrante que, tras desintoxicarse, vuelve a lucir. “Empecé por curiosidad y al final no podía vivir sin cannabis. Si no lo tenía me daban ataques de ansiedad”, recuerda. La joven pone sobre la mesa la principal mentira sobre el cannabis. “Te dicen que no genera adicción. Pero sí lo hace”, dice. Y asegura que en los momentos de máxima adicción, llegó a fumar “23 porros en un día”. “Estaba todo el día colocada”.

Raquel reconoce que, pese a que solo tenía 13 ó 14 años, le era muy fácil conseguirla. “Yo entraba en clubs cannábicos a pillar marihuana y me la daban”, comenta. Tras un año y dos meses en Proyecto Hombre, Raquel es una nueva persona. “La vida me ha dado otra oportunidad”.

Por su parte, Carlos empezó a fumar con 17 años, estaba en pleno hundimiento. “Empiezas de broma, por curiosidad, y vas cayendo”. A él, como a Raquel, le hace gracia cuando se habla de la aparente inocuidad del cannabis. “No solo genera adicción, sino que es la puerta a otras drogas, al final necesitas estímulos más potentes”, comenta Carlos, que llegó a fumarse 13 gramos en un día. Esa adicción te lleva a conductas problemáticas. “Empiezas a robar”, recuerda. “Al final, llevaba una mochila tan pesada encima que no podía avanzar. Me sentía como en una tumba”. “Mis padres me acompañaron a Proyecto Hombre. He salido”. H