No serán 500 millones, sino solo 200. En 1996, en una solemne cumbre mundial sobre seguridad alimentaria a la que asistieron incluso el Papa Juan Pablo II y Fidel Castro, los estados se comprometieron en la sede de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en Roma, a sacar del hambre a la mitad de los famélicos, que en aquel momento eran unos mil millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, el informe de actualización presentado ayer en Roma por la FAO, el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) --las tres agencias de la ONU que se ocupan de alimentación, emergencias y desarrollo--, en vistas de dos conferencias mundiales que se celebrarán este año, afirma que en vísperas de expirar el plazo del 2015 los hambrientos son aún 805 millones de personas.

Pese al fracaso objetivo de la llamada Declaración de Roma, el director general de la FAO, José Graziano da Silva, dijo ayer que, si en estos años 63 países han alcanzado el objetivo, “esto prueba que se puede ganar la guerra contra el hambre” y se debe alentar a los países “a seguir adelante”.

La FAO considera hambrienta a la persona que carece de una “adecuada” dieta alimenticia, lo que varía según el sexo, el peso corporal y otros criterios aceptados por la comunidad internacional. Desde un punto de vista económico, se considera que por debajo de un dólar diario (77 céntimos de euro) se sufre hambre, mientras que a partir de 1,20 dólares (un euro) se sale del hambre para pasar a la desnutrición.

LOS ÉXITOS // El mapa actual del hambre trazado por el informe indica que 63 países han alcanzado el objetivo y que otros seis están por alcanzarlo. La Unión Africana retrasó hace pocos meses al 2025 el año de erradicación del hambre en ese continente, donde se acuesta a diario con hambre una de cada cuatro personas.

El resultado final es que el 11% de la población mundial --una de cada nueve personas-- sufre hambre o las consecuencias de la malnutrición, como no disponer de agua potable. El informe cita el caso de Brasil, donde se ha disminuido un 50% el número de famélicos. “El hambre ha disminuido, pero la cifra es aún inaceptablemente alta”, reconocieron los directores de las tres agencias de la ONU. H